No sin mi mascarilla
Estábamos deseando dejar de usar la mascarilla y cuando nos han permitido hacerlo parece como si no nos la quisiéramos quitar. Y digo que parece porque, a simple. vista, el panorama callejero sigue siendo el mismo, con la mayoría de personas con la cara tapada en todo el territorio nacional.
No tenía muy claro si esta reacción popular se había debido a un exceso de prudencia por el miedo que nos habían metido en el cuerpo, o por alguna otra causa cuyo origen se pudiera encontrar en el subconsciente colectivo, y he salido de dudas después de un paseo de un par de horas por las calles de mi barrio.
Como tenemos que guardar una distancia de seguridad en la calle de un metro y medio, me he tenido que quitar y poner la mascarilla continuamente para respetar la normativa. Y como he entrado y salido de varios establecimientos de la zona para hacer mis compras, he podido contabilizar un total de 76 operaciones de subida y bajada de la mascarilla, por lo que, al final, he optado por seguir llevándola, como supongo que les habrá ocurrido a otros muchos ciudadanos, porque, si no, no lo entiendo.
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