Quiero seguir siendo el rey
Al principio hubo pecadores de la pradera que cometían de continuo faltas veniales que les fueron permitidas largo tiempo, pero acabaron desembocando en pecados mortales. Hubo que llevarles al confesionario, y se confesaron, aunque no se arrepintieron lo mas mínimo. Les impusieron una penitencia acorde con sus culpas que estaban cumpliendo, salvo algunos cobardes que se fueron al destierro.
Yo sé muy bien que estaría afuera si no fuera por los pecadores de la pradera amarilla con franjas rojas. Por eso llegó el magnánimo y proclamó de utilidad pública, nada más y nada menos, el concederles gratuitamente, sin arrepentimiento, indulgencia parcial, incluso sin que los pecadores la hubiesen pedido. Todo en aras de la concordia, con la salvedad de que solo la quiere el indultario y le importa un comino a los pecadores de la pradera, que continuarán con su permanente chantaje. Es igual, yo quiero seguir siendo el rey
Con dinero hago siempre lo que quiero y mi palabra es la ley. No hay que llegar el primero, hay que saber llegar, y por eso yo quiero seguir siendo el rey…
No hay que poner piedras en el camino ya que entonces puede estar en vilo mi destino y, claro, yo quiero seguir siendo el rey.
Más temprano que tarde llegará la indulgencia plenaria que también les “perdonará sus deudas”. Y eso porque yo quiero seguir siendo el rey.
No me importa que no me comprendan, para mí lo que de verdad y lo único que me importa es que quiero seguir siendo el rey.
Espero que este magnánimo egoísta practicante del adanismo acérrimo abandone cuanto primero mejor el trono en el que se ha instalado de la forma que lo ha hecho. La historia se encargará de confesarle y pondrá en su lugar a este reyezuelo del engaño y la mentira, ya sin corte, sin corona y sin pedestal.
Así fue como tuvo que abandonar Adán el paraíso terrenal y desde entonces estamos pagando todos sus culpas. “Que nadie piense que me refería a otra historia”.
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