Un famoso pianista y una voz de oro
La música, la canción, la armonía, todo aquello que interpretan los instrumentos musicales, sobre todo el piano y el violín, que nos espiritualizan, hacen que la vida de la persona humana se desgaje de la materia y se eleve e idealice sobre todo lo que nos rodea en el cotidiano vivir a veces tan complicado y traumatizado socialmente. Y en estos casos la música y la canción lo barren y cambian nuestra vida por completo espiritualmente. Todo esto viene a cuento como preámbulo de la visita que recientemente ha hecho en Aller una cantante famosa con una voz de oro. Y además es asturiana, del gran pueblo de Cangas del Narcea. Fátima se formó y educó su voz en Londres, en donde estuvo diez años con los mejores profesores y maestros, a los que está profundamente agradecida.
Esta diva vino con otra artista famosa como profesora de ballet, Marisa Fanjul, formada en Cannes (Francia), que tuvo dos academias de ballet, en Oviedo y Gijón. En la de Oviedo, la más importante, tuvo como alumna a Letizia Rocasolano, hoy reina de España, con la que mantiene una buena relación. Marisa Fanjul es allerana, nacida en Caborana, origen del que se siente muy orgullosa.
Marisa y Fátima estuvieron recientemente en Moreda, porque a la primera le dijeron que había un famoso pianista en Aller y lo quería conocer. Y ese famoso pianista es el invidente Corchete, nacido en Caborana y ahora residente en Cuérigo. Y además de pianista este genio de la música, de la buena música, es compositor y una de las no menos famosas batutas que ha dirigido y sigue dirigiendo las mejores orquestas del planeta Tierra. Asombroso. Desde el pueblín de Cuérigo, José Corchete se desplaza con su perro guía a cualquier lugar del mundo (a China, Rusia y EE UU suele ir con más frecuencia), sin problema alguno.
En realidad, como si tuviera una visión completa. Sí, asombroso.
Fátima, la de la voz de oro, quedó en volver para conocer a Corchete. Si él se sienta al piano y ella desgrana su voz, será un acontecimiento en Aller que no nos podemos perder.
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