Me alegro por Luis Enrique
El 17 noviembre 2020 España goleaba a Alemania, seis a cero nada menos, con una alineación muy parecida a la que estamos viendo actualmente. La prensa deportiva (sobre todo, la madrileña) se deshizo en elogios y se olvidó por completo de destacar la ausencia de jugadores del Real Madrid, que, obviamente y salvo la aparición a última hora de Asensio, era algo más que notoria.
Cuando Luis Enrique hace pública la lista de jugadores que participarían en la Eurocopa, todos los medios pusieron el foco de atención en la ausencia de Ramos, subrayando en fosforito la falta de jugadores del Real Madrid (como si fuera obligatorio).
Evidentemente, en un país como este, en donde el “cuñadismo” es religión y los expertos en virología se han prodigado a lo largo del último año, me río yo de quien no lleve dentro un entrenador, así que esa libertad de opinión para configurar el once tipo fue mutando hacia una crítica incomprensible hacia el mister por el simple hecho de no contar entre los seleccionados con ningún jugador merengue. Llegado este momento, vamos a hacer una pausa para la hidratación, y a ver si así entramos en razón, refrescamos esa mente en blanco (nunca mejor dicho) y sacamos conclusiones cimentadas en la razón. Si lo habitual en el equipo titular del Real Madrid es ver a ocho extranjeros, y de los pocos nacionales que pueden alinearse aparece Ramos, el cual precisamente arrastró varias lesiones en el último tercio de Liga, ¿quieren decirme ustedes que debe el entrenador contar por narices con un jugador merengue, cuando su alineación podría pasar perfectamente por la del Bayern de Munich, por nombrar otro de los grandes de Europa? Si quieren contar con algún internacional español en la selección, plantéense pedir a Florentino que nacionalice a Courtois, a Kroos, Benzema, etcétera, y así, quizás (y subrayo quizás), consigan tener algún seleccionado, pero, mientras esté Luis Enrique, no cuenten con tenerlo por el simple hecho de ser el Real Madrid.
Arrancó la Eurocopa, y con cierto sector posicionado en contra, ya de antemano, arranca el partido contra Suecia, en donde la selección consuma el partido con un empate a cero, con una posesión del 86%, diecisiete tiros (cinco de ellos a puerta). Posteriormente contra Polonia, con similares estadísticas (posesión del 77%, con doce tiros, cinco de ellos a puerta y un penalti fallado), finaliza la primera fase contra Eslovaquia (66% posesión, con diecinueve tiros, nueve de ellos a puerta), con una victoria rotunda, en donde la única variación respecto a los anteriores fue el acierto de cara a portería. Lo que me preguntaba mientras veía los dos primeros partidos, cuando arreciaban las críticas y se clamaba incluso por la dimisión, era: ¿será culpa de Luis Enrique que fallen goles clamorosos? ¿Y los penaltis?... Yo creo que no, pero simplemente es mi opinión.
El camino que la selección huelle de aquí en adelante es una incógnita, habida cuenta de la caída de varias favoritas, como Holanda, Portugal y Francia, en manos de equipos más modestos (no malos, no confundir); pero si por alguien me alegraré en el alma, llegue a donde llegue el equipo, será por Luis Enrique, porque es una persona que demostró carácter, como futbolista y como entrenador, y, pese a las circunstancias, siempre siguió adelante con su idea. En enero de 2015, cuando entrenaba al Barcelona y su puesto estuvo en la cuerda floja, siguió adelante con sus planteamientos pese a las críticas, el clamor en su contra, y ese mismo año hizo historia consiguiendo Liga, Copa del Rey, Liga de Campeones, Supercopa de Europa y Mundial de Clubes.
Aunque aún hoy muchos seguirán apostando por una derrota (más pronto que tarde), me alegraré por lo que consiga, porque en la actual Eurocopa no hay sentado en ningún banquillo una persona con su currículum, como entrenador y jugador, y al final, consiga lo que consiga, para mí, como sportinguista y como asturiano, ya no tiene nada que demostrar: eres muy grande, Lucho, y no tienes nada que demostrar, porque ya lo hiciste y con creces.
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