Respetar la libertad sindical
A mí, que personajes en el más amplio sentido del término –como hace unos días– descalifiquen a los sindicatos de “pandilleros, élites a la caza de la mordida” me sonrojan, enojan y me hacen preguntar a “quien sirve este señor” que va por la vida vendiendo su virginidad sindical y política como si nunca hubiera estado en las élites y en su pasado no hubiera ninguna sombra.
Porque si todo su bagaje literario y “mitinero” está basado en la figura del comandante Villa, apaga y vámonos, pues era conocida la chequera para enviar a las profundidades del “pozu” a quien le llevara la contraria.
Sobre los apaños y dislates de los fondos mineros, todo el mundo se lamenta y reconoce que se emplearon en parte para rellenar caprichos localistas que luego no se pudieron mantener y ahora están cerrados. Pero también hay que criticar y denunciar a esas empresas que vinieron al calor de las subvenciones y terminaron huyendo, dejando instalaciones abandonadas y trabajadores tirados en la calle.
El sindicalismo en este país no goza de buena prensa (incomoda a pesar de todo) y a la vista está que salen más fotos de plataformas, mareas y coordinadoras que las de CC OO que lleva un montón de años protestando en la calle contra las pensiones congeladas del Partido Popular. Forma parte de la servidumbre que tienen que pagar algunos medios de comunicación a las cúpulas empresariales, financieras y también políticas.
Pero alguien que presume de “socialista puro, no contaminado” debe respetar el compromiso de miles de trabajadores –la base– que con sus votos cada cuatro años dan la mayoría en los comités de empresa a CC OO y UGT a través de sus delegadas/os. Desde luego que está en su derecho criticar aquellas actuaciones personalistas de quienes, amparándose en esas siglas, termina llevándose las dietas a su casa y vendiendo a los mismos compañeros. Pero no generalizando como si todos fuéramos “villanos”.
Por su trayectoria, debe saber que hubo muchas vidas entregadas a la lucha de la clase trabajadora, en defensa de un salario para vivir dignamente y por unas condiciones de trabajo que no acaben con la salud o te saquen del tajo en un ataúd. Por ello debe respetar el derecho a la libertad sindical recogido en la Constitución que es uno de los baluartes más consistentes en la defensa de nuestra democracia. A la vista está con el guirigay político parlamentario, quien está dando ejemplo de seriedad y responsabilidad para sacar este país adelante en las mejores condiciones ante una situación tan grave por la pandemia. Saludos de un pandillero sindical.
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