Jaime Álvarez-Buylla, en el recuerdo
Hizo un año el día 2 de julio 2020, no me fue posible dedicarle unas palabras al que durante tantos años fuera presidente de la Sociedad Filarmónica Ovetense (fundada en 1907), a la que pertenecí desde joven, y allí lo conocí durante los conciertos. Su apellido, no solo vinculado a la música, igualmente a la ópera, que tanto arraigo tiene en Oviedo, su apellido y el bel canto. El caso es que para mí las calles de Oviedo ya no son las mismas sin que pueda cruzarme con este melómano. Siempre que coincidíamos se paraba hablar conmigo. Aparte de la música, otro de los temas preferentes de él era hablar de José Tartiere Lenegre, I Conde de Santa Bárbara de Lugones, que llegó a conocerle a través de los comentarios que le hacía su abuelo, pues habían sido amigos. Su mayor expresión de júbilo la experimentó cuando me vio entrar en el Club de Tenis, era primeros de septiembre de 2019, y, dirigiéndose a mí, abrió los brazos y exclamó: “Eres el mejor”. Aquel mismo día, la final del torneo, que no siendo socio asisto todos los años, no en balde practiqué durante diez años en canchas particulares, LA NUEVA ESPAÑA me publicaba un reportaje a toda página bajo el título “Entre Jovellanos y Tartiere. Así he cumplido mi cita particular tras su ausencia definitiva.
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