Reforma de la ley de Seguridad Nacional
Lo que tal se ha dicho y escrito al respecto y se seguirá diciendo y escribiendo. Porque los españoles somos así. Así cómo.
Como ya se parodiaba cuando yo era pequeñu, el español o española de turno no pedía “un litro de leche”, ¡qué va! Largaba: “Muy buenos días, señora expendedora, me hace el favor de trasegar de su recipiente contenedor, llamado popularmente lata, un litro de ese líquido blanco y espumoso proveniente de las glándulas mamarias de la esposa del toro...”, y seguía y seguía.
Lo mismo que escritos y decires sobre la mencionada reforma, bla bla bla... Con lo fácil que sería: “Una situación de interés para la Seguridad Nacional obligaría a todos los ciudadanos, sin excepción, a cumplir las órdenes e instrucciones que impartan las autoridades”, y “declarar esta situación, mediante real decreto, será competencia exclusiva del presidente del Gobierno”. O aún más escueto: “Será competencia de Sánchez decidir si Sánchez puede ser el puto amo de todo, todos, todas y todes".
Y perro a cagar.
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