¡No cuadran los números!
Esta fue la contestación de Pablo Casado a las propuestas de liderar una moción de censura hechas por Vox y Ciudadanos. Así es que con ese "arranque opositor", tendremos socialcomunismo para rato.
Se ha convertido el líder del PP en informador preferente de las acciones que la coalición progre hace o tiene previsto hacer. Con lo cual, ha pasado de ejercer de opositor a un simple relator. Y así, don Pablo, no se va a ninguna parte. Así, como los números en el Congreso no cuadran, lo mejor -pensamos algunos- es ahorrarnos un buen dinero y cerrar la "casa del pueblo" en la que se convirtió el palacio de la Carrera de San Jerónimo. Por lo tanto, Casado solamente se dedica al lloro y al lamento allá a donde va. Pero no mueve un dedo, ni da un paso, por intentar cambiar el statu quo que Sánchez mantiene en el Parlamento.
No sé si saben sumar o no (creo que no les interesa), pero si quisieran se darían cuenta de que los números pueden salir perfectamente. Eso sí, es cuestión de sentarse, hablar y asomarse de vez en cuando a la realidad social, política y económica de España y a la de los españoles, y así darse cuenta del cariz preocupante al que se encaminan no solo las libertades democráticas, también las económicas, las culturales, las estructurales, las sanitarias, las de política exterior, y la más dramática: la cohesión territorial de España. Y esto lo sabe una mayoría alcanzable de diputados que solo precisan de una oposición seria, unida, consistente y ¡contundente! que pase de los "lloros" a los "hechos", de las musas al teatro y de las palabras a las interpelaciones al Gobierno, y a las mociones de censura que sean posibles, a fin de obligar a un Ejecutivo que comparezca, al menos, para debatir sobre el estado de la nación. De no ser así, el PP no puede seguir haciéndole el "paseíllo" al señor Pedro Sánchez (o esperando eternas resoluciones del Tribunal Constitucional) y a sus socios apátridas, so pena de ser acusados de "lesa patria", pues esta pasividad manifiesta no solo "traiciona" la unidad de España, también pone en serio peligro la política exterior que ya afecta a muestras fronteras.
No se puede seguir expectantes ante el deterioro generalizado por el que están atravesando los españoles. No se puede seguir agachando la cerviz ante los enemigos declarados de España, de nuestras tradiciones, de nuestros valores, de nuestra cultura y de nuestra historia. Así es que, mientras estamos orgullosos de nuestro pasado (al menos, algunos), nos avergüenza este presente y estamos seriamente preocupados por nuestro futuro; más, obviamente, por el de nuestros hijos y nietos, que posiblemente sigan disfrutando del "planeta", pero ya con cada vez menos personas y más animales.
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