Escolástico, adiós
Tico Medina, RIP. Escolástico, otro que se va. Ayer alzaba velas en la nave de Queronte rumbo a la Laguna Estigia, de donde no se vuelve jamás. Tico Medina ha muerto a los 85, creo que de una enfermedad renal. En periodismo era un ecléctico de la escuela de “Pueblo”, que trabajaban el “pisotón” y la exclusiva. Tengo de él algunos recuerdos. Una tarde de invierno, cuando yo iba a una academia donde me preparaba para ingresar en la Escuela de Periodismo, vi al maestro descender de su coche, un Dauphine, y sacar del maletero una máquina de escribir Olivetti portátil como la que yo tenía y machaqué durante cerca de medio siglo. Acababa de venir, cansado, regresando seguramente de uno de sus trepidantes viajes que realizaba por la piel de toro. Nos saludamos, acto seguido se metió en un hotel de la calle Alenza. Andando el tiempo, tuve la ocasión de hablar con él en Casa Mariño, donde le habían dado un homenaje. Estaba encantado con el paisaje y la comida de Cudillero, y nos aseguró que tenía la intención de comprarse una casa en la localidad, proyecto que no se consumó. Porque así era Tico, un ser ecléctico y vibratorio. Hablaba con una voz doctoral que parecía un canónigo de Guadix, pero muy hábil de reflejos. Hizo miles de entrevistas. Yo recuerdo una que le hizo a Ben Gurión, el fundador del Estado de Israel. El líder sionista le habló en perfecto castellano y afirmaba que su lectura preferida era el Quijote. Después de aquel periodismo de cejas altas vino el de cejas bajas: el famoseo, el Cordobés, Dominguín... Fue dicho por malas lenguas que le arrimaba las putas a Emilio Romero. Escolástico era un andaluz típico. Nadie podía hablar de la muerte delante de él. Su melancólica mirada expresaba sabiduría y profundidad, un conocimiento no aprendido que le venía de raza de la lectura del Talmud y de sus antepasados. Sus enemigos le motejaban de granaíno de mala follá. Un ser ecléctico y vibrátil al son de la noticia y al sol de la actualidad que más calienta. Malabarista de la entrevista y pionero de la tele. De vez en cuando dejaba entrelucir su raíz conversa, ponía entrecejo y se iba con la música a otra parte. Ya para nunca regresar. RIP.
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