Juventud: morir por necesidad, o morir por vicio
La juventud está siendo triste noticia estos días en nuestro país por ser, en buena parte, la responsable –mejor diríamos irresponsable– del nuevo rebrote de coronavirus que amenaza con amargar el verano a más de uno, especialmente en Asturias.
Si nos paramos a reflexionar lo que en estos momentos está pasando a nuestro alrededor en España, nos entrarían escalofríos. Verán, trataremos de resumir, desde nuestro punto de vista, cómo percibimos dos cuestiones que tienen como protagonistas a los jóvenes en estos momentos. Pero para hacerlo tenemos que empezar por hablar de juventud rica y privilegiada y de juventud pobre y desvalida. ¿Se han parado ustedes a pensar qué cruel es la vida para unos y qué feliz y afortunada resulta para otros?...
Resulta que mientras cientos –miles diría yo– de jóvenes inmigrantes de los países más pobres de nuestro entorno se juegan la vida cada día en el Mediterráneo –dejándosela muchos de ellos en sus aguas– en su intento de llegar a nuestras costas en busca de esa tierra prometida que les dé la oportunidad de un futuro mejor que el que han dejado atrás. Pues como les comentaba, mientras este drama humano nos llena de pena y de impotencia; contemplamos con asombro y cabreo cómo cientos de estudiantes –muchos de ellos adolescentes– de nuestro país se juegan también la vida en esas mismas aguas del Mediterráneo. Pero estos jovenzuelos, se supone que el futuro de nuestro país, al contrario que los desgraciados inmigrantes, se la juegan de una forma bien distinta. Lo hacen para festejar el final de curso de sus estudios. Y lo hacen a lo grande, fiestas, alcohol, orgias y un largo etcétera componen su agenda diaria. Y, claro, lo hacen sin el más mínimo respeto a las normas sanitarias que nos dicta sanidad. Para ellos “el covid no existe, o si ha existido ya se ha ido, eso es un cuento que se han sacado de la manga los políticos", ellos son jóvenes y les toca vivir a tope sus vidas; sin importarles poner en riesgo las de los demás. Estos jovencitos, irresponsables, insolidarios, que no usan mascarilla ni guardan ninguna distancia de seguridad, han puesto en jaque nuevamente a la sanidad española. La quinta ola del covid ya está aquí, ellos y su falta de sentido común, su falta de solidaridad, nos han servido en bandeja el regreso de la pandemia y quién sabe si hasta nuevas y severas restricciones en pleno verano.
Estos niñatos insensatos que en su vida les ha faltado de nada, porque sus papis, tan irresponsables como ellos, les han dado todos sus caprichos. Incluso alguna madre desquiciada ante el confinamiento de sus hijos en un hotel de cuatro estrellas en Mallorca ha tenido la desfachatez de denunciar que sus hijos estaban siendo secuestrados. ¿Qué podemos esperar de una sociedad que no es capaz de reconocer los errores en la educación de sus hijos? ¿Cómo podemos tener la cara dura, la desvergüenza, de querer responsabilizar al Gobierno de todos los males que nos están pasando?...
Que el bicho está ahí es una evidencia, que nuestros jóvenes son unos insensatos e irresponsables también lo es. ¿Habrá alguien que después de este panorama aún se atreva a mirar con desprecio y hostilidad a los jóvenes inmigrantes que se cruzan en la calle? Yo, no, por supuesto...
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