No es lo mismo vivir que sobrevivir
Cada época ha tenido su modelo de vida, algunas han sido terribles, indignas de un ser hecho a la imagen de Dios (Gén. 1:27) y otras... más humanas, más comprometidas con el bien común.
El bien común tiene sus puntos cardinales: Justicia, sabiduría, amor, y... el poder, fuerza, voluntad, empuje, valor, o espíritu para mantener el cuadro, trayendo consigo la paz, el sosiego, la prosperidad, y por consiguiente el grado indispensable de seguridad que da paso a la medida posible de felicidad.
Ya veis que no lo planteo fácil, pero luchar por ese objetivo puede darnos más sentido de logro que acomodarnos a lo que nos quieran dar quienes luchan tan solo por sus propios objetivos, muy a menudo destruyendo el bien común sin remordimiento alguno.
Lo que hace cinco décadas era inadmisible moralmente ahora es lo más, se impone legalmente en la sociedad y se ataca con escarnio al que trata de mantener lo que aún quede de los valores morales. En este presente se ha impuesto el temor como algo inherente al sistema actual de vida. La inseguridad, la inmoralidad y el yoísmo es el resultado de no haberle parado los pies al hijo mal criado. Ahora ya todos estamos abocados a este otro modo de vivir, o más bien de sobrevivir.
Empezando por arriba, los servidores del pueblo se sirven de él, las leyes son blandas con el criminal y duras con el ciudadano normal, al que se le imponen fórmulas injustas con las que tiene que tragar, como por ejemplo la ocupación de sus casas. Como bien sabe la policía, los crímenes siguen aumentando no solo a lo largo y ancho del espectro social, sino a lo largo y ancho de la imaginación. También siguen aumentando la depresión y el suicidio, aunque nadie quiera verlo. Por mucho fútbol, tonterías chef y telebasura que se usen como gafas de madera, estamos mal, muy mal. Sí, sí, ya se que eso es derrotismo, negativismo, etc. O si queremos... un llamado a la conciencia, un aviso, una propuesta de reconciliación con la vida (Mateo 7: 13,14).
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