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Este país estaría mucho peor

12 de Julio del 2021 - José María W. Gómez (Gijón)

Cuando en el año 76 un compañero de trabajo, expedientado como yo, me ofreció apuntarme al sindicato con una cartilla para pegar sellos, no era muy consciente de a qué me estaba afiliando, pues mi bagaje de lucha obrera era escaso, ajeno por razones familiares y laborales al movimiento que existía en la clandestinidad.

Es verdad que había tenido un encuentro desafortunado con la Policía, pero lo atribuía más a la propia situación política del régimen, que pretendía controlar hasta las papeleras.

Pero fue a raíz de este “despido en diferido” donde empecé a ser consciente de la capacidad y compromiso de los/las trabajadores por cambiar sus condiciones de vida y ser una fuerza además que precipitase la caída de la dictadura, que ya se estaba desmoronando.

Yo lo que se llamaba “conciencia de clase” tenía, pues mi familia era muy modesta, y tomar posición como hice en un ambiente facha de oficinas en favor de la huelga que estaban llevando contra viento y marea, sobre todo las compañeras de la fábrica del Cerillero, no era moco de pavo.

Después vinieron cientos de vivencias en plena Transición, con acoso personal y laboral, encierros gloriosos por la convivencia, reuniones en los sótanos de un merendero, manifestaciones multitudinarias con pancartas artesanas, cargas policiales injustificadas, reuniones en ministerios con los herederos del franquismo; pero ya éramos un movimiento imparable, solidario, organizado, donde al principio no importaban tanto las siglas (había una sopa) pero capaz de hacer frente a lo más difícil.

Duros pero hermosos tiempos, donde las ilusiones y la juventud podían con los problemas en casa porque no llegaba el sueldo, los enfados de pareja por dedicarle más tiempo al sindicato que a los hijos; así construimos una democracia casi sin saberlo, pero esperanzados de que las vidas de los trabajadores mejorasen.

Hoy cuarenta y cinco años después no me arrepiento de aquello y me siento orgulloso de seguir en CC OO a pesar de los vaivenes que a veces tuvimos, que los achaco a que no siempre los dirigentes están a la altura de sus afiliadas/os, lo mejor que tiene esta organización.

Como decimos al final de las intervenciones: ¡Viva las CC OO!, pues sin ellas este país estaría mucho peor, pese a quien pese. Soy testigo vivo de ello.

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