Las comparaciones son odiosas
Este es un dicho un poco hipócrita, especialmente cuando la comparación nos perjudica. El problema no es tal si se trata de comparar un producto con otro o un primo con un cuñado, ahora bien, cuando somos nosotros los que nos comparamos con otro –o con otra–, entonces, cuidado; sacamos a relucir nuestros méritos o supuestos méritos y olvidamos nuestros defectos, o fallos, o mala baba. Así cualquiera. Cuando son otros los que se venden, deberíamos esperar que hagan lo mismo y por tanto sospechar, que es lo que hacemos siempre con quien no nos cae bien, con razón o sin ella.
Supongamos que somos capaces de un juicio justo; siendo así, una sospecha sana no está mal en estos tiempos de tanta mentira, pero, por eso mismo, ese juicio debe basarse en la verdad. Algunos de vosotros aún recordaréis la frase de “La Codorniz”: “Donde no hay publicidad, resplandece la verdad”. Por ejemplo: aparte de las palabras, ¿qué dicen los hechos?, porque ya sabemos: las palabras se las lleva el viento, como a María Sarmiento. Hagamos un ejercicio de calentamiento mental y emocional antes del desastre: ¿cómo reaccionaríamos ante un testimonio de sinceridad y autenticidad? Naturalmente estará desnudo de ornamentos, falsos másteres y olvidos interesados, y por eso puede que no resulte tan atractivo como aquellos que se añaden méritos que nunca existieron como tales.
De todos modos tal exhibición es siempre un riesgo. Los grandes personajes de la historia, empezando por Jesucristo, fueron auténticos y por eso siguen perseguidos. En el caso de Jesús, ni siquiera contaba con ninguna de las importancias liderescas, no era nadie en relación al sistema, era el hijo del carpintero, no tenía estudios ni másteres de las escuelas rabínicas, no vestía con ornamentos de ninguna clase, no contaba con el apoyo de otros líderes, sus discípulos tampoco eran nadie ante el sistema, simples pescadores, gente muy normal. Después de dos mil años, algunos de sus discípulos están siendo encarcelados en Rusia o perseguidos en otros países. Cuando se examina a fondo se puede ver el porqué. Jesús no era un líder al uso, no libró de Roma al pueblo judío, no estableció el Reino de Dios en aquel tiempo; eso sí, ofreció su vida perfecta como rescate de la humanidad (Juan 3:16), pero... a cambio hay que aceptar su verdad, y seguir su ejemplo, sea o no sea conveniente a nuestro modelo de vida.
Debe rellenar todos los datos obligatorios solicitados en el formulario. Las cartas deberán tener una extensión equivalente a un folio a doble espacio y podrán ser publicadas tanto en la edición impresa como en la digital.
Las cartas a esta sección deberán remitirse mecanografiadas, con una extensión aconsejada de un folio a doble espacio y acompañadas de nombre y apellidos, dirección, fotocopia del DNI y número de teléfono de la persona o personas que la firman a la siguiente dirección:
Calvo Sotelo, 7, 33007 Oviedo

