Hostelería en guerra
La situación vivida por la pandemia del covid-19 ha sido peculiar y tristemente inolvidable por todos los que estamos en una edad adulta y somos perfectamente conscientes de la gravedad de lo sucedido y lo que aún, desgraciadamente, en época de tal incertidumbre, puede aún acontecer. Y, sin embargo, tal parece que los únicos agraviados han sido quienes pertenecen al sector de la hostelería, que últimamente han decidido declarar la guerra a todo y a todos. Mientras otros sectores sufrían pérdidas cuantiosas a causa de la pandemia, a los que más escuchábamos quejarse de las medidas tomadas por el Gobierno era a ellos, como si para el resto las pérdidas hubieran supuesto mera “calderilla”. Pero lo más gracioso es que ahora han salido protestando porque las previsiones meteorológicas no son acertadas, ya que también su bolsillo se resiente ante tal catástrofe. Y para finalizar, su guerra se ha ido directamente sobre los más débiles, la fauna urbana, ya que estas aves cometen el gran delito de querer saciar su hambre y comerse las migajas que dejan los clientes en las molestas mesas que invaden nuestras calles, porque ellos sí se pueden permitir el lujo de plantar su mobiliario en la acera, invadiéndola por completo como si fueran los dueños de la misma, obligándote a cruzar o a escabullirte entre los vehículos, y en sendos locales, en el exterior, permitir a la gente fumar y reunirse en torno a un vaso de cartón con café, en aquella época en la que era lo único que podían vender en los bares, no fuera a ser que salieran enojados los clientes si les recordaban la situación en la que estaba inmerso el país. Recuerdo perfectamente cuando se congregaban varios incautos en torno a algunos locales de copas blandiendo su humeante cigarrillo y apurando una calada tras otra, invadiendo el ambiente con su tabaco sin importarles el peligro que ello conllevaba para los demás a causa del covid. ¿Y qué hacíamos los ciudadanos más que aguantarnos? Es muy fácil y cobarde echar pestes contra los animales, por ser totalmente indefensos y sin prácticamente ninguna protección legal, y callarnos ante los que realmente hacen de este mundo un lugar peor, los humanos. Métodos poco éticos los que supuestamente están tomando los hosteleros de Gijón, tal y como este mismo diario nos informaba, contra las gaviotas, algo que de seguro no les gustaría que a los ciudadanos que nos resultan molestas sus mesas haciendo ocupación de la calle los pusiéramos en práctica contra las mismas. Es muy bonito sacar tu negocio al exterior, ampliar las ganancias, pero no querer adaptarse a lo que hay en la calle, eliminar todo lo que les resulta molesto a ellos y que la sociedad en general baile al son que ellos tocan. Pero no, enteraros de una vez y por todas, no sois el centro del universo, ni hay un complot mundial contra la hostelería.
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