Malos humos
Mi padre solo tenía un vicio: el tabaco, y todos acabamos con alguna afección pulmonar en casa. Al menos, ninguno de los cuatro hijos salió fumador. Tuve un vecino a quien el médico había advertido: si sigue usted fumando, su esposa morirá. Algunos vecinos tratamos de convencerle: esposa o tabaco, escoge. La mujer murió.
El tabaco mata al fumador que mete el humo en sus pulmones y al que lo mete de segunda mano, pasando sus cositas de unos pulmones a otros, que no querían ser infectados pero... la ley es muy tímida a la hora de protegernos de las contaminaciones de humanos contra humanos. En las terrazas de los bares, observamos a los fumadores que escogen el lugar especialmente para su deleite contaminante, algunos simplemente se ponen de pie, y fuman desde la misma distancia que si estuviesen sentados.
Hoy busco asiento en una terraza muy especial en el parque Sedetania, bajo los árboles, con un poco de viento, repaso las mesas, encuentro una cuyos vecinos más próximos no tienen cajetillas de tabaco ni mecheros sobre la mesa, ¡bien! Pido mi cerveza. Antes de que me la traigan ya se cuela un humo en mis narices, ahí es donde viajan cómodos y lejos los gérmenes, los de la covid y los particulares. Son jóvenes sentados a tres metros, me levanto, me acerco, les digo lo que los camareros no se atreven a decir: “Por favor, respetar el prohibido fumar en la terraza”. Los jóvenes me miran con asombro y con odio, uno se levanta y se retira un metro.
Vuelvo a mi mesa, ya tengo la cerveza, le echo un trago. Voy ojeando el periódico: “Joven se arrepiente de haberse infectado por irresponsabilidad”, ¡guay!, ahora solo tiene que cuidar de no infectar al abuelo, porque los mayores tienen menos defensas, unos se infectan y otros pagan. Los vecinos de mesa se van, llegan unas chicas, no creo que... pues sí, lo primero el tabaco. Dejo la cerveza empezada y me marcho. Yo también puedo morir de malos humos.
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