Los irresponsables de Vox

Ya estamos acostumbrados a la dialéctica y al modo de actuar de Vox, de sus dirigentes, de sus cargos públicos, de sus militantes y de la mayoría de sus votantes, mucho de estos últimos no saben muy bien lo que han votado. Es muy frecuente, por no decir que siempre, siempre, siempre, cuando alguien carece de argumentos recurre a las descalificaciones y a los insultos, como saben muy bien los responsables de los departamentos de atención al cliente de las empresas, por ejemplo. Pero, cuando una fuerza política, que tiene argumentos sobrados para atacar al Gobierno, como tenemos otros, utiliza las descalificaciones personales y los insultos para aderezarlos hasta formar parte inequívoca de su condición como partido político, la cosa empieza a ser más que preocupante. Yo he sido incapaz de encontrar un solo discurso de Abascal o de Buxadé donde hablen del Gobierno y no esté trufado de los más groseros insultos. La pareja me recuerda mucho a Hitler y Goebbels en su dialéctica, eso sí, a Abascal le falta la teatralidad escénica, la coreografía del Führer. Pero la condición de cada individuo, y la de las fuerzas políticas también, va toda ella en un mismo paquete, así que insultar a los que no piensan como tú no es, ni mucho menos, una singularidad y siempre va acompañada de otras cosas igualmente, o más aún, deleznables, como las que gustan a los de Vox y que no voy a listar aquí porque son de sobra conocidas. Pues bien, en el mismo paquete ignominioso de Vox va la irresponsabilidad, que, aunque ni mucho menos es privatiza de la ultraderecha, los de Abascal son muy buenos elevándola a cotas estratosféricas. Todos hemos visto el comportamiento de esta gente durante la pandemia, llamando a manifestaciones por las calles y en caravanas de coches con banderas cuando los hospitales y las UCI de nuestro país estaban saturados de enfermos de covid. Todos hemos escuchado sus teorías de la conspiración, sus teorías negacionistas y sus argumentos contra las vacunas. Pero, cuando los de Vox caían enfermos de covid, como cayó una buena parte de su dirección cuando Ortega Smith viajó a Milán a compadrear con sus camaradas lombardos y regresó para un mitin en Vitoria contagiándolos, entonces iban a los hospitales como los demás y también se han puesto la vacuna encantados. El negacionismo, al parecer, para los de Vox, es según cuándo y cómo. Pues, hete aquí que, cuando los de Vox votaban a favor del estado de alarma en el Congreso de los Diputados, porque votaron una vez a favor, presentaron una demanda de inconstitucionalidad contra esta medida, yo estoy convencido de que más que nada para incordiar y hacer ruido y que no tenían ninguna convicción de que fuera a salir adelante. Recordemos que los socios de Vox (los de Arrimadas no son socios, pero a veces se meten en la misma cama) en varias comunidades autónomas, los del PP y los de Ciudadanos votaron tres veces a favor del estado de alarma y siempre, respectivamente. O sea, que Vox no tienen ningún problema en hacer la puñeta también a las derechas, por si estas no lo tuvieran aún claro. El Tribunal Constitucional se reúne y en una votación ajustada, de seis miembros contra cinco, decide que los de Vox tenían razón en su demanda y que las medidas que el Gobierno central y las comunidades autónomas tomaron de limitación de movimientos y de confinamiento de los ciudadanos no se ajustan a lo que la Constitución contempla para el estado de alarma, que lo que había que haber aprobado en el Congreso de los Diputados era el estado de excepción. ¿Alguien se imagina lo que hubieran dicho los de Vox, y todos los demás, si el Gobierno de España lleva al Congreso de los Diputados una propuesta para aprobar el estado de excepción, que recordemos: 17.1- permite suspender el derecho a la libertad y seguridad; 17.2-permite suspender la detención máxima de 72 horas; 17.4- permite suspender el “habeas corpus”; 18.2- permite suspender la inviolabilidad del domicilio; 18.3- permite suspender el secreto de las comunicaciones? La alternativa, obviamente, hubiera sido no hacer nada y entonces seguramente tendríamos ahora el doble o más de muertos. Todos los países de nuestro entorno han aplicado medidas similares a las que se aplicaron aquí y en algunos de ellos esas medidas también estaban al límite o bordeaban la legalidad, pero en ninguno de esos países a ninguna fuerza política se le ocurrió llevar esas medidas a los tribunales, y yo creo que, aunque así hubiera sido, ningún alto tribunal europeo lo hubiera tomado en consideración porque, cuando hay decenas de miles de vidas de por medio, la sensatez debe primar por encima de la literalidad de la ley para que, de verdad, impere la justicia. Debemos tener en cuenta que la ocurrencia puede derivar en miles de demandas e indemnizaciones que, a la vista de la velocidad que llevan las causas judiciales en España, bien podrían recaer sobre un Gobierno que no fuera el actual y donde podrían estar los mismos que presentaron la demanda de anticonstitucionalidad. Cuando escribo estas líneas se está celebrando un acto de homenaje a las víctimas del covid en el Palacio Real de Madrid, donde, en la Plaza de la Armería y presidido el evento por S. M. el Rey, asisten familiares de las víctimas, representantes del sector sanitario, de los cuerpos y fuerzas de Seguridad del Estado, de las Fuerzas Armadas, de las instituciones y de todas las formaciones políticas, excepto Vox.