Escritores de Asturias y Fundación Banco de Alimentos
No se equivoquen, ese "no sé qué" y esa especie de aura intelectual que les envuelve cuando se juntan para presentar un libro en asturiano, en castellano o en la lengua universal de los elegidos por las musas, eso no es ni la punta del iceberg de sus corazones enormes.
No pude ir ayer a la convocatoria de la Fundación Banco de Alimentos de Asturias, pero ya tengo el ejemplar del libro "Instantes" delante del café, cuyos beneficios de venta van destinados a su ingente labor.
Su tacto es como una caricia de papel, como cuando en la mañana de Reyes aparecían los preciosos libros de cuentos en la sala de estar junto a las muñecas y las cananas y las zapatillas y los paquetes de revoltijo.
La foto de la portada, una especie de cactus de madera, se me antoja un caballito de mar en su sesión de acupuntura anclado a una roca del fondo, qué razón tenía Freud cuando escarbaba en los sueños para encontrar la causa del origen del miedo al origen de la causa de todo... O algo así.
Y empiezo a ojear y hojear las primeras páginas. Dejo el café frío abandonado y ya no pienso ponerme otro porque nada menos que Ángel González fundido en negro me suelta a bocajarro "En este instante, breve y duro instante...".
Sigo leyendo en asturiano, asturianu, bable (el corrector se empeña en poner "babel", igual ye por algo...) o como sus señorías los de la Junta acaben bautizando la lengua que nos une, que nunca podrá dividirnos a los asturianos temos o no de acuerdo con la dichosa oficialidá.
María Esther García López, como perfecta anfitriona del libro, invita a sentarse a leer con ellos tranquilamente, como en casa.
Devoro con la avidez de lector infantil y a mucha honra los instantes de Antonio Gamoneda y Olvido García Valdés que comparten nieve, pájaros y rosas, como tocados por las mismas musas, y es cuando aparecen los "Persistentes instantes" de Aurelio González Ovies y me quedo un rato con él, quiero empaparme de su voluntad de creer y crear, y ahí dejo el marcador para volver.
Por si fuera poco, nuestros compositores ilustres regalan sus canciones en un CD escondíu al final del llibru, que ganas de volver a encontrar a Rafa Lorenzo por San Roque en Tineo o a Víctor Manuel de sidras por Mieres...
Y como "aquellas pequeñas cosas" del tiempo de rosas de Serrat, al devolver el libro a su hueco en la estantería, la contraportada me sumerge de nuevo en los instantes de Aurelio, esos que nos regala LA NUEVA ESPAÑA desde siempre para hacernos recordar el olor a pucheros y a leña y a salitre de aquella Asturias de cuando pequeños.
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