Cuba, dictadura sí o sí
Estos días con las manifestaciones del pueblo cubano en contra de sus gobernantes, dictadura pura y dura para unos y revolución progresista para otros muchos, los medios de comunicación nos han hecho olvidar todos los problemas de nuestro país. Ya nadie habla de los indultos injustificados a quienes pretendieron dividir España, del cambio o remodelación precipitada del Gobierno del señor Sánchez, de nuestra calamitosa situación sanitaria debida al covid y a la mala gestión de quienes tienen la obligación de hacerla soportable y llevadera, de nuestra economía empufada para décadas, de los millones que los contribuyentes españoles pagaremos para que los golpistas catalanes se vayan de rositas y no paguen con su patrimonio el despilfarro y las fechorías cometidas hace corto tiempo, etc.
Razón tiene nuestro refranero cuando dice que nunca falta un roto para un descosido, y más aún, como en este caso, el sastre oficial de turno parece estar dispuesto a dar cuantas puntadas sean necesarias para remendar el roto. Lo de Cuba, lo diga quien lo diga, o Agamenón y su porquero, es un atropello a un pueblo, a sus derechos y a sus libertades. En España, debido, pienso yo, a que perdimos la Guerra Civil y luego sufrimos aquella injusta posguerra y cuarenta años de dictadura franquista o de derecha radical, somos muy propensos a ponernos del lado de todo lo que venga del ala política contraria a aquello que tanto daño nos hizo a tantos. Contra las dictaduras y los dictadores pienso que hay que estar siempre, pónganse la camisa del color que quieran y ondeen la bandera que les venga en gana; dictadura es dictadura sea de derechas de izquierdas o del extremo que venga. Suponen todas, partido único, ordeno y mando, y el que se opone se va o a la mazmorra o a la cuneta. ¿Qué es eso de andar disculpándoles según que el color de su camisa sea o no de nuestro agrado? Al pan, pan, y al vino, vino; no hay otra. No se puede defender a quienes se comportan como dueños y señores de su pueblo sin que además nadie los haya elegido. Quienes tenemos la libertad de elegir periódicamente a nuestros gobernantes debemos ser solidarios sin disculpas ni tapujos con quienes sufren la opresión de sus gobernantes dictadores, sean de izquierdas de derechas o de la mismísima casa que los trajo al mundo. En mi humilde opinión, nadie, por muy poderoso que sea, debe usurpar los derechos que como seres humanos del país que sea tienen los ciudadanos que otros pretenden gobernar. Los pueblos deben delegar funciones de gobierno en quienes consideren dignos de ello, pero no para que los esclavicen y los traten como seres inferiores.
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