En recuerdo del médico de Morcín don Ramón Bermúdez Alonso
Recientemente ha fallecido en la ciudad de Oviedo, a la edad de 94 años, el doctor Bermúdez Alonso (don Ramón, como habitualmente se le conocía). Era hijo del que fuera popular taxista de Oviedo el señor Bermúdez.
Conocí a don Ramón en un viaje de turismo a Madrid en compañía de Manolo “Malpica” y de mi primo Mario (q. e. p. d. los dos). El encuentro, junto con Luis Fueyo, estudiante entonces de Ingeniería de Minas y gran amigo, tuvo lugar en la plaza de Cascorro, Rastro de Madrid, un domingo por la mañana. Don Ramón era estudiante de Medicina.
La amistad se mantuvo siempre y cobró un especial acento en la época en que el firmante estaba al frente de la Alcaldía de Morcín (1968-1976). El Ayuntamiento estaba ubicado al lado de la casa del médico y ello nos permitía compartir ratos de charla y amena convivencia.
Don Ramón era el prototipo de médico rural muy querido en todo Morcín, donde cubría la asistencia médica de las parroquias de Santa Eulalia, Argame, San Esteban-Castandiello, La Piñera, El Campo-Peñerudes y San Sebastián-Busloñe, es decir, todas las parroquias de Morcín con excepción de La Foz. También era muy querido en el vecino concejo de Ribera de ArribaSoto. Y prestó asistencia a los pueblos de Dosango-Proaza, La Rebollada y Pedroveya-Quirós, que tenían acceso a través de las infraestructuras de Morcín. Además de buen médico con prestigio, era muy humano, sencillo y cercano, que trataba con mucho cariño a sus enfermos. Conocía a la perfección la idiosincrasia de todas las familias. Sus vecinos aceptaron tristemente el momento de su jubilación. Don Ramón sustituyó a otro gran profesional, el doctor don Jesús Cabo Muñiz; por tanto, ejerció en este concejo más de 25 años.
Recuerdo cuando se desarrollaban las vacunas de los niños en las escuelas y yo participaba acompañando a don Ramón, causando admiración en el trato cariñoso que nos dispensaban a los vecinos.
Con ocasión de una gota fría que afectó a Morcín, el río que cruza el concejo desde Busloñe al Caudal pasando por Santa Eulalia arrasó parte de suelo urbano de la capital, afectando entre otros a la casa del médico y causando importantes daños. Don Ramón, que estaba en su despacho, no pudo abandonar su lugar de trabajo al tratarse de una presencia súbita de agua y lodos que asolaron el edificio. Don Ramón quedó “colgado” de los tubos de la calefacción en un afán de supervivencia hasta que la avalancha rompió las puertas y ventanas del inmueble y así poder salvar su vida.
Don Ramón, persona inquieta enamorada de su profesión, viajaba a diario a Oviedo y le gustaba, como buen gastrónomo, hacer la plaza; en ocasiones compartimos mesa y mantel. El cordero a la estaca era su debilidad.
Su muerte fue muy sentida en todo el concejo y pueblos limítrofes, y su recuerdo perdurará en tantos amigos como tenía en su diario.
Querido amigo Ramón, desde ese infinito lugar donde te encuentres, sigue velando por nosotros. A tu ejemplar esposa, Isabel; tus hijos, Ramón y María; a tus nietos y toda la familia, nuestro sentido pésame, y sigue disfrutando de tus queridos amigos en el más allá, pues por tu bonhomía y el bien que hiciste en esta vida merece que Dios te tenga en la gloria.
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