Hechos fehacientes, conclusiones contundentes.
Una pequeña digresión sobre las preguntas. Encuadrémoslas en dos grupos: las que buscan respuesta a sentimientos y las que buscan respuesta a la ignorancia.
En el primer caso, lo que es a mí, me resulta un lugar muy común, con el que estoy de acuerdo, la contestación: si preguntas es que ya sabes la respuesta.
Nada que ver con las que buscan conocimientos, sapiencia. El carajo que traga saliva, para que no se le inunde la boca, con los ojos prendados en las finas lonchas que saca el charcutero del serrano que tiene a la mano y pregunta, a otro o así mismo, cuánto cuestan 80 gramos, sabiendo que está a 90 euros el kilo, está claro que ni primero de primaria ha hecho.
Cambio de tercio. Ninguna opinión favorable, seguramente, a esta mi confesión. Es rarísimo, sumamente excepcional, que yo lea alguna de las cartas al director de La Nueva España, que no sean las mías. ¡Sin embargo! A veces, buscando las propias, unas palabras de otras me llaman la atención y me armo de paciencia para echarle pichón.
Ayer me ha ocurrido. La persona en cuestión, un hombre por el nombre, aunque ahora ya tampoco de esto se pueda estar seguro, a la izquierda de la zurda política, iba a decir opinaba, pero creo que este verbo no se atendría, para nada, a su forma de expresarse, pues la opinión, me parece a mí, lleva implícita la apertura de una puerta a otra opinión. No era el caso, el hombre dictaba sentencias mucho más firmes que las de cualquier tribunal español.
He ahí el motivo de mi verborrea inicial, porque, una vez más, dada la temática, me pregunté el porqué de su discurso.
Buscando respuesta, lo primero que hice fue meter su nombre en Google, pero, el buscador, lo único que mostró fueron otras de sus creaciones literarias, ninguna pista más. De manera que lo de siempre, yo preguntándome ¿cómo es posible que haya gente con estos criterios?, ¿cómo es posible que el susodicho otorgue autoría de la derecha a, absolutamente todas las inmundicias que, para mí, sin ningún género de duda, son prácticas habituales de esta malsana izquierda que padecemos?
En este punto se me abren las puertas a un mercancías de ocurrencias que podría escribir, ¡pero! Evidentemente, he de constreñir al escribir.
Vemos lo mismo y opinamos lo opuesto, ¿por? Constriñendo, yo creo que es una cuestión congénita, nada que ver con la genética, pienso. En mi caso, por ejemplo, si atendiéramos a razones de herencia y ambiente durante mi niñez y adolescencia, sin duda alguna, estaría políticamente enmorochado con el aludido escribiente. Familia humilde, toda de "rojos", criado en un barrio humilde rojo hasta la médula, o sea, de más o menos postín, pero rojo rojo de cabo a fin. Sin embargo, para empezar, nunca he sentido el más mínimo interés por la política.
Comencé a hacerme alguna pregunta relacionada con el tema, a uno, dos o tres años, no recuerdo bien, de la muerte de Franco. Me llamó mucho la atención que, pasado ese tiempo, la gente siguiera considerando motivo de festejo vitalicio la muerte del Generalísimo, porque resulta que yo veía motivos claros para preocuparse y no para seguir de fiesta. No era cuestión de opinión, era cuestión de remitirse a los hechos.
Trabajaba en una empresa con, en el momento en que entré, hacía dos o tres años, 52 sucursales y ya sólo le quedaban 5 o 6. Habían creado la oficina de desempleo en atención al incesante crecimiento del paro...
Ante la pregunta sin respuesta que me hacía, decidí hacérsela a un amigo de la infancia que, desde mi primeros recuerdos, había visto muy interesado en política, con un seguimiento implacable del "criminal" dictador.
-Bueno, si seguís de fiesta es porque tenéis motivos para festejar, ¿nos ha mejorado la vida desde la muerte de Franco? ¿puedes decirme en qué?
Él pensó buscando, yo traté de prestarle ayuda para que encontrara y, después de una notoria búsqueda, no se me ha olvidado nunca, lo que encontró. -¿Acuérdeste de la manifestación del sábado? Trajeron grises de fuera que no conocíen Gijón, conseguimos atraer a unos cuantos pa la calle El Horno y por allí ¡y dímosyos hosties hasta en el carné de identidá. ¿Cúando podíes hacer esto estando Franco, eh?
Esa fue la única mejoría que encontró.
Todos opinamos de todo, sin tener elementos de juicio, que son ajenos a los ámbitos en que nos movemos. Puedes opinar de forma consistente sobre tu vida familiar, tu trabajo, etc, porque están en contacto directo contigo, forman parte de ti y tú de ello. ¿Alguien mejor que un zapatero para hablar de zapatos?, ¿o que un madreñero para hacerlo de madreñas?
Ok, el esquimal que en su vida no ha pisado más que hielo también puede opinar sobre zapatos y madreñas, ¡pero! lo hará en función de lo que escuchó decir a otro/s, o de lo que vio en la tele del inglés que tenía un iglú acondicionado no muy lejos del suyo. Y "los otros" ¿sabían de qué hablaban y eran sinceros en sus mensajes? Y el vídeo, ¿no sería de Pulgarcito y las botas de siete leguas?
Los que no tenemos nada que ver con la política, solo la sufrimos, somos ajenos por completo a los tejemanejes de los políticos, ellos sí son los zapateros que fabrican sus zapatos, o los madreñeros que hacen sus madreñas. ¿Cómo los demás podemos saber la clase de zapatos o madreñas que fabrican?
Respuesta elemental para la lógica e imposible, por lo visto, que la lógica se imponga. No obstante ser obvia, la doy. Mi criterio a la hora de elegir unos zapatos no está en función de lo que dice el zapatero, que puede decir lo que le dé la gana, sino en el resultado que me dan los zapatos de dicho zapatero (es aquí donde se debería releer mi título). Y si no sois forofos fanáticos, a los que resbalan los títulos y trofeos de uno y otro, empeñados en que el Madrid cagalera del Fontán respecto al Oviedo, pues veréis la realidad que cualquier mirada no fanatizada ve.
Si yo me dejara guiar por el sentimiento, la sensación, que me producen, oigo a Isabel Ayuso decir que el aguarrás es buenísimo para cortar la diarrea y en la primera cagalera que me dé seguro que me enveneno. Si oigo a Pedrín recetar lo que yo siempre tomo, zumo de un limón con dos dedos de Pepsi, ¡no lo vuelvo a tomar en mi puñetera vida! Afortunadamente, me gusta Isabel, pero no pienso en arreglar mi intestino con aguarrás ni voy a dejar de tomar Pepsi con limón para el caso, porque me considero racional y razonado eso de que la experiencia es la madre de la ciencia.
Nada de opinar, sentenciar, sobre lo que Pepe dijo o dejó de decir. Sacar conclusiones en virtud de los hechos, sin contemplaciones, simplemente preguntaros: ¿Cómo estaba España cuando Aznar tomó la presidencia turnando a Felipe? ¿Cómo estaba cuando la dejó en favor de Zapatero? ¿Cómo estaba cuando de Zapatero paso a manos de Rajoy? ¿Cómo cuando Sánchez y compaña se la arrebataron de las manos a Rajoy? ¡¿y cómo todo parece indicar que va a estar si sigue en manos de Sánchez y compaña?!
No creo que haya mucho que pensar para contestar. Si me llegaran tu negación de la realidad o tus dudas al respecto, y te parece que los huevos, de la especie que sea, son cuadrados, pues oye, gracias, al menos tendría más claro por qué Pedro Sánchez sigue como presidente del Gobierno.
Debe rellenar todos los datos obligatorios solicitados en el formulario. Las cartas deberán tener una extensión equivalente a un folio a doble espacio y podrán ser publicadas tanto en la edición impresa como en la digital.
Las cartas a esta sección deberán remitirse mecanografiadas, con una extensión aconsejada de un folio a doble espacio y acompañadas de nombre y apellidos, dirección, fotocopia del DNI y número de teléfono de la persona o personas que la firman a la siguiente dirección:
Calvo Sotelo, 7, 33007 Oviedo

