Pensando en las musarañas
Después del enjambre sísmico monclovita interviniendo la justicia, la banca privada, las empresas, la libertad (amputando la libertad), veo a Pedro Sánchez, a quien le vendrían bien una serie de repetidas collejas de diversa intensidad, le veo, digo, disponer (cese de ministros), proponer (ley del Poder Judicial), imponer (nueva ley de Memoria), exigir (ley de Seguridad Nacional) y ejecutar (viaje en helicóptero de Moncloa a Barajas, y en Falcon a bodas, bautizos, comuniones y vacaciones de verano).
Actuación tan deplorable es, de facto, una defensa preventiva contra la locura, por lo que no es de extrañar que me haya venido a la mente una patología psicológica cuyo nombre, conocido como "síndrome de Procusto", procede de la mitología griega.
La persona que lo padece suele generar malestar a su alrededor, provocando resultados nefastos en cualquier organización social. ¡Clavao, oiga!
Cuenta la leyenda que Procusto era un posadero de Ática que tenía su casa en las colinas, donde ofrecía posada al viajero solitario.
Una vez llegaba éste a su posada, le proporcionaba una cama de hierro y esperaba a que se acostara.
El frío y maquiavélico personaje le ataba entonces en compás a las cuatro esquinas y le amordazaba.
Si el huésped era alto y sus extremidades sobresalían de las medidas del lecho, se las recortaba hasta hacerlas coincidir exactamente con las medidas del catre.
Operación inversa, caso de que el huésped no llegara a cubrir la superficie de la cama; lo descoyuntaba hasta adaptarlo a la misma.
Así se las gastaba el taimado posadero, y así se las gastó hasta que el héroe ateniense Teseo intuyó la cruel jugada e invirtió los papeles, desafiando a Procusto a que cupiera en la cama.
Cuando éste se hubo tumbado, Teseo ató y amordazó al jodido posadero al mismo camastro, testigo mudo de sus rituales satánicos, y allí procedió a ajustarlo y ajusticiarlo, cortándole cabeza y pies que sobresalían de la cama.
Póngale nombre a los personajes e imagine el mito en su origen, desarrollo y final.
La cama: España.
El posadero: Sánchez Castejón.
El viajero: El ciudadano.
Teseo: La Justicia.
Quizás le apetezca hacer un ejercicio de fantasía, asumir el papel de director, asignar los papeles protagonistas a su gusto y, con la ventaja de conocer el final, dar un giro al argumento de esta tragedia nacional, más en la línea de lo que usted cree que va a ser el desarrollo de la misma, aunque para ello tenga que salvar al posadero.
En un país plagado de carteristas, atracadores, narcotraficantes, sicarios, proxenetas, okupas, sediciosos, malversadores y corruptos, las posibilidades de encontrar un buen guion se multiplican.
Dan ganas de dejar de afeitarse para siempre. Las cosas, como son.
Saludos cordiales.
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