Un tribunal cuestionado
No acabo de entender la polémica que se ha generado en torno a la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el decreto mediante el cual el Gobierno utilizó el estado de alarma para declarar el confinamiento domiciliario.
Se podrá discutir si la medida adoptada fue la apropiada o si hubiera sido más ajustado a derecho el estado de excepción, pero de lo que no cabe ninguna duda es de que el resultado y los efectos han sido beneficiosos para la salud pública porque se ha logrado detener la expansión de la pandemia y, en consecuencia, el número de contagios.
Como ciudadano no he sentido que se hayan invadido mis derechos por el confinamiento, más bien lo he entendido como una obligación social e incluso solidaria, indispensable para afrontar el problema hasta la llegada de las vacunas, como, afortunadamente, ha sucedido, lo que está permitiendo ver la luz al final de un túnel que hace solo unos meses se veía muy oscuro.
Y no creo que haya que rasgarse las vestiduras por las discrepancias que se hayan podido producir en el seno de una Institución del Estado tan importante como es el Tribunal Constitucional, porque es una evidencia más de la "salud democrática" del país, lo que no debe estar reñido con el debido respeto a las mismas, como es el caso.
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