Nemesia, otra vecina de Rioseco que se nos ha ido
La noticia, no por esperada, me ha sumido en una enorme tristeza cuando esta misma mañana la recibía por boca de su hijo Vicente.
Durante mi niñez y los primeros años de juventud, en mi ajetreada trashumancia entre las casas de mis abuelas, he pasado infinidad de veces cerca de su hogar y he intercambiado los oportunos saludos de cortesía con Pepe y Nemesia, pero en esa actuación se quedaba todo.
Nemesia, hasta ese momento una vecina más de Rioseco, pasó a formar parte de nuestra vida familiar cuando nos mudamos a lo que coloquialmente podemos denominar la casa de enfrente.
Desde ese momento la visita a su casa para interesarnos por ella pasó a formar parte del protocolo cuando llegábamos a pasar el fin de semana o bien al inicio de las vacaciones.
Veinticuatro años han servido para seguir su evolución, desde sus largas horas agachada en la huerta hasta la actualidad y así hemos observado en silencio el paulatino abandono de sus obligaciones hortícolas y que poco a poco fue sustituyendo por sus paseos diarios.
Recuerdo perfectamente cómo, con la cadencia que le marcaba su estado físico, me iba relatando, con cierto pesar, sus andaduras diarias en las que en un principio caminaba hasta El Pedrosu, para ir recortándolo primero hasta lo que ella llamaba la "Portilla del prau de Conchesu", más tarde, y ya apoyada en su taca-taca, hasta la Casa del Agua, después hasta Casa de Marigé, en donde intercambiaba largas parrafadas.
Los últimos meses, la puñetera pierna acabó haciendo aquellos paseos francamente cortos y escuchaba casi a diario su respirar profundo, que acompañaba de algún que otro lamento de impotencia al no poder caminar como sería su deseo.
Recuerdo perfectamente, en alguna ocasión compartimos mesa, la satisfacción que le producía el acercarse al bar a tomar su copina de Rueda, acción que realizaba asiduamente todos los domingos y fiestas de guardar y algún que otro día en que hacía un alto en su camino de regreso de la tienda.
Nemesia también tenía su genio, un genio de mujer curtida, un genio de verdad, de esos de apretar las manos y los dientes y que le afloraba en algunas ocasiones.
Nemesia, como consecuencia de su longevidad, ha vivido los duros años de la Guerra Civil y las penurias de la posguerra, los ha superado y con el orgullo de haber dejado toda una hornada de hijos, nietos y bisnietos que la tendrán siempre en su recuerdo.
La prudencia como consecuencia de la pandemia me ha impedido ir a visitarla como hacía asiduamente, la última ocasión en que estuve con ella, hace como un mes, fue con motivo de su asistencia a la primera comunión de su bisnieta Iris, y me causó una risa sana la preocupación, a pesar de su delicado estado de salud y como parte de una velada coquetería, por tener que calzar unas chanclas de goma, aconsejado como el calzado más apropiado para el estado físico de su deteriorada pierna.
Nemesia, de corazón, un abrazo muy fuerte, descansa en paz, el mundo sigue su curso, hoy te has ido tú pero dentro de muy poco tiempo está previsto que nazca Carmen, un nuevo miembro de tu familia.
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