Adiós al entrañable amigo Manuel López
Aun conociendo que el estado de salud últimamente de Manuel López –popular y conocido radiofonista de la desaparecida emisora langreana de Radio Juventud de Asturias y corresponsal igualmente durante muchos años del Nalón en el diario LA NUEVA ESPAÑA– no invitaba a muchas esperanzas, la noticia de la muerte de un amigo entrañable –como lo fue para mí Manuel– no dejaba impasible.
En efecto, en estos tiempos que corren, en donde el oportunismo y la amistad interesada, más o menos solapada, son el pan nuestro de cada día, encontrar a personas que verdaderamente manifiesten sincero deseo de amistad sin pedir nada a cambio, como no sea el bien de la otra persona, no deja de ser un tanto raro. Y así era Manuel López, persona de bien y amigo sincero de sus amigos. Y entre éstos tuve la fortuna de encontrarme yo. Siendo algo mayor en edad que él, nunca escatimó ni rehusó el aconsejar cuando lo estimaba oportuno, antes bien al contrario. Siempre era persona dispuesta a apoyar, estimular y comprender de manera generosa a aquellos que él consideraba sus amigos. Fuimos colaboradores y compañeros de diversos actos que favorecían el bien común, y siempre lo hicimos sin afán de lucro de ningún tipo. A ambos nos movía el amor desinteresado a nuestro pueblo. Su mediación siempre era oportuna y adecuada a cada situación y su comportamiento equilibrado.
Sobre su trayectoria profesional poco podemos añadir que no sea conocido y que en estos últimos días, a raíz de su fallecimiento, las páginas de este periódico se han encargado de recoger. Como bien decía el periodista Carlos Cuesta López, fue un todoterreno y un profesional con altura de miras. En aquellos años difíciles de los sesenta y setenta, López desarrolló una labor enorme desde la emisora y como corresponsal del Nalón. Una faceta quizá menos conocida del amigo López fue la de moderador de debates. Siempre aportaba su sapiencia profesional y su talante conciliador. Igual que en su vida diaria. Fue un hombre siempre caracterizado por la abnegación y el espíritu de trabajo. Y de la misma forma que se volcó en su labor profesional lo hizo en su faceta humana, con sus amigos. Podemos decir que Manuel López fue un apasionado de todo lo que hacía, lo cual es difícil de encontrar hoy en día.
Se fue un amigo del alma, pero su recuerdo siempre permanecerá vivo en mí, ya que, al fin y al cabo, lo verdaderamente relevante de esta vida son los buenos recuerdos que quedan, en especial los que hacen referencia a personas de la talla humana de este hombre humilde pero grande de corazón que fue Manuel López.
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