Un trofeo para Rogelio
El pasado 19 de julio se marchó mi suegro Rogelio, apenas dos meses después de la partida de mi querida suegra Conchita. Totó y Tití, como los llamaban sus nietos.
Rogelio disfrutaba con pasión de contar anécdotas, vivencias y experiencias. Una de las cosas que nos contó era la pena que tenía por no haber podido recoger el trofeo de un campeonato de dominó que había ganado con un grupo de amigos, entre los que estaba Silvino, al que tuve ocasión de conocer y que era una bellísima persona, siempre con una sonrisa en la cara y con una buena palabra que te alegraba el momento.
Esta pandemia nos ha robado muchas cosas, la principal los besos y abrazos que durante meses no les pudimos dar a nuestros seres queridos y, entre ellas, la posibilidad de que Rogelio fuera a recoger el trofeo en su nombre y de sus amigos, lo que le hacía especial ilusión, al ser el único superviviente del grupo que lo ganó.
En los tiempos actuales de "trending topics", fenómenos virales y personajes enlatados de "reality show", bueno sería pararnos a pensar del valor que han aportado a nuestra sociedad las personas como Rogelio y sus amigos que ganaron el trofeo: trabajo, responsabilidad, esfuerzo, sentido común y amor a su familia y amigos.
Quiero reivindicar en estas líneas lo merecido que se tenía Rogelio levantar ese trofeo, ya que solo sus ganas de vivir y disfrutar de sus amigos y seres queridos hubiesen merecido varias medallas olímpicas, porque su grandeza no se basaba en los momentos fugaces en los que basamos nuestras alegrías actualmente, sino en su sencillez, su cariño a la familia (en especial a sus nietos) y el ejemplo que deja a todos los que tuvimos la grandísima suerte de compartir parte de nuestro camino con él.
Seguramente que, si reflexionáramos sobre las cosas importantes de la vida, nos quedaríamos con ejemplos como el de Rogelio y sus amigos, porque gracias a ellos y su generación disfrutamos de muchas comodidades de las que no disfrutan muchas otras sociedades.
Aunque Rogelio temía que con la pandemia no se pudiera recoger nunca el trofeo, hacemos una llamada, lleno de cariño, al Centro Social de Personas Mayores de La Felguera para que hagamos, en la medida de las posibilidades que nos deje este maldito bicho, la entrega del trofeo a su familia y a la de sus amigos.
Sería una bonita despedida a su estancia entre nosotros.
Suegros: ¡os echaremos mucho de menos!
Besos y abrazos al cielo.
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