La plenitud de la luna
Recordatorio. Anhelamos tocar con nuestros dedos el desnudo cuerpo de nuestros sueños. Y es bueno que así sea.
Tenemos aquí encima de la mesa del ordenador un regalo precioso, precioso: medio folio que acabamos de recibir de la escritora tinetense Natalia Fidalgo. ¡Ay, Natalia, muchacha, cómo eres!
«Todos los días la veíamos caminar hacia la plaza del Ayuntamiento. Era una mujer con semblante triste y retraído, con los años manifiestos en unas arrugas que, desde nuestro punto de vista, le daban un carácter interesante. Éramos adolescentes. La vida parece distinta desde esa atalaya, y la mujer representaba una búsqueda madura y atrayente. A veces tenía una flor de lana blanca prendida en una chaqueta ligera que contrastaba con la época del año y con su apariencia nostálgica; otras veces llevaba una carpeta azul celeste, el color del verano. No sabíamos nada de ella, solamente que, sentada en el banco de la plaza, escribía y escribía durante horas... Un atarcecer de invierno leímos sus incrédulas, sus optimistas cartas guardadas detrás del desconchado banco azul, aquél que nadie pintaba porque apenas se veía. En las cartas hablaba de sueños por cumplir, de metas, de incipientes lunas que crecían a medida que pasaba el tiempo y, sobre todo, de canciones pertenecientes a tiempo que no se había ido totalmente (lo sabríamos después). Durante las fiestas navideñas la vimos caminar junto al hombre melancólico que tocaba el acordeón en la plaza a cambio de pocas moneda o aplausos; no necesitaba grandes logros para sentirse momentáneamente dichoso. Nuestro entrañable músico siempre nos emocionaba con una de las canciones más encantadoras jamás oídas: Moliendo Café. Supimos, a pesar de las dudas y contradicciones de nuestra edad, que para la mujer nostálgica, retraída y bella, la luna no menguaba: contra todo pronóstico, parecía hermosa y, también, esencialmente plena».
Amables lectores, martes, 24/08/2010 avanzada ya la tarde. ¿Os ha gustado este medio folio de Natalia? A este escribidor le ha encantado. Despedida y cierre. Érase una vez.
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