Sanidad, negacionistas y libertad
Nada de libertad cuando se trata de perjudicar la vida y la salud de los demás. La libertad se confunde muchas veces con el libertinaje.
Cuando ustedes llenan los hospitales, las UCI y los centros sanitarios todo por su inconsciencia de no querer vacunarse, o por estar en aglomeraciones y saraos sin protección, están cometiendo una imprudencia que puede acarrear la muerte de otros. Ya que, al estar saturados los centros de salud, se deja de atender a los que por otras patologías (con la pandemia no desaparecieron cánceres, infartos y otras enfermedades... señores irresponsables) necesitan urgentemente ser atendidos.
Ya está bien de pamplinas, a los gobiernos débiles les ocurre esto, se le sublevan hasta los mentecatos.
En nombre de la libertad no pueden los irresponsables seguir consintiéndoles poner en riesgo a los demás, convertir la convivencia en una especie de todo monte es orégano. No lo es, deben ser contundentes, si no existen leyes, normas o resortes para frenar a estos pazguatos, deben crearse, para eso están, para legislar.
La sanidad pública la estamos machacando entre nosotros mismos, la estamos devaluando, desprotegiendo y colocándola a un nivel difícil de levantarla de donde la estamos llevando. No se puede seguir permitiendo que ese baluarte de nuestro Estado de bienestar se vaya por el alcantarillado. Debemos, deben ponerse manos a la obra, eliminar esas listas de espera que son producto de dejadez e irresponsabilidad. Pongamos los medios, el personal y los mandos adecuados para volverla a levantar. No la dejemos un segundo más en manos de los mismos que la llevan al desprestigio.
Una sanidad tardía es despreocupación y poner en riesgo vidas humanas. ¡No se queden mirando cómo se destruye!
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