Medallas en la montaña
No es la primera ni será la última medalla que el ciclismo español de montaña consiga en los Juegos Olímpicos, pero la lograda por David Valero en Tokio es el mejor ejemplo de la épica del deporte, del esfuerzo, de la fe, y de la convicción de que si se quiere se puede, aunque haya que sortear todo tipo de dificultades. Como las que tuvo que enfrentar el bravo ciclista granadino desde el principio de la carrera, en la que un enganchón le distanció de sus rivales más directos y le situó en la trigésima posición.
David luchó y peleó como nadie, sorteando contrarios, hasta llegar a la meta en tercera posición y colgarse la medalla de bronce, la cuarta del mountain bike español en los últimos seis Juegos. Un triunfo que sabe a gloria por lo que significa, por la manera de lograrlo y por el ejemplo de un deportista curtido labrando el campo, junto a su padre, en su Baza natal, que descubrió el ciclismo a los 22 años y que desde entonces no se ha bajado de la bicicleta.
David ha sido campeón de España los últimos seis años, consecutivamente, y ahora medallista olímpico, una nueva medalla para el deporte español en una de las especialidades más duras como es el ciclismo de montaña, que está de enhorabuena por el éxito de un modesto que ha podido demostrar su grandeza.
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