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La "manada portuguesa" de Gijón

29 de Julio del 2021 - J. J. J. Suárez González (Gijón)

La denuncia de dos mujeres jóvenes, una asturiana y otra vasca, contra cuatro hombres jóvenes portugueses por violación ha sido la última de lo que se ha dado en llamar "manadas" de violadores que ha saltado a los medios de comunicación. El término se acuñó cuando, según la sentencia judicial, cinco hombres violaron a una chica durante la madrugada del 7 de julio de 2016 durante las fiestas de San Fermín en Pamplona. Durante meses, al margen de que aquellos entonces presuntos violadores fueran culpables o no, asistimos a su acoso mediático, a su condena y escarnio públicos y a los de sus familias. Desde que se ha hecho todo lo posible por instaurar la creencia en la sociedad de que las mujeres nunca mienten y que los hombres son culpables, la presunción de inocencia es una quimera y se puede detener, como todo el mundo sabe, a un hombre solo por la declaración de una mujer, sea verdadera o falsa y sin necesidad de prueba alguna. Por supuesto, no al contrario. Así que, aquellos individuos de la "manada de Pamplona", que, eso sí, tenían un largo historial, ya habían sido condenados antes de ser juzgados. Tras aquella "manada" vinieron otras y ni de coña tuvieron todas ellas la misma repercusión mediática ni el mismo escarnio público de los presuntos violadores, porque entre los violadores, al parecer, unos son más culpables que otros, ¿de qué depende eso?: usted lo sabe de sobra. Pero hete aquí que las mujeres, aunque nos quieran convencer de lo contrario, son perfectamente capaces de mentir igual que los hombres y son capaces de mentir en algo tan tremendo como es el maltrato y como son las violaciones, haciendo un flaco favor a las mujeres verdaderamente maltratadas y/o violadas. Sin que tuviera, como he dicho, la misma repercusión mediática, y si usted no hubiera entendido el porqué ahora ya lo descubre, fueron detenidos tres afganos tras la denuncia de tres hermanas estadounidenses por una presunta agresión sexual que habrían sufrido el 1 de enero de 2020 cuando celebraban la Nochevieja. Tras la denuncia y la posterior detención, los tres afganos pasaron directamente a prisión provisional. Sin embargo, había pruebas abrumadoras de su inocencia y después de estar una larga temporada a la sombra la Justicia tuvo que ponerlos en libertad. Pero la resolución que la Audiencia Provincial de Murcia dio al caso fue verdaderamente curiosa: el juicio no llegó a celebrarse y el caso fue sobreseído en un auto contra el que no cabe recurso alguno, hasta aquí todo normal, pero la Audiencia Provincial de Murcia, para no imputar a las tres norteamericanas por una clarísima denuncia falsa, sentenció: "Una cosa es que un procedimiento penal se sobresea por falta de indicios suficientes de criminalidad y otra muy distinta que los hechos sean enteramente falsos y que la única razón de la denuncia fuera la de perjudicar gravemente los intereses de los denunciados". Maravilloso. La Audiencia viene a decir, en una corazonada o simple sospecha, que no había pruebas incriminatorias contra los tres afganos pero que quizá fueran culpables de algo, al tiempo que soslaya el gravísimo perjuicio causado para los injustamente acusados y deja irse de rositas a las hermanas estadounidenses que mintieron como bellacas como avalaban las pruebas (audios) que sí había de su mentira. Pues bien, puede que esos portugueses detenidos en Gijón sean unos violadores, pero puede que no, eso lo tendrá que dirimir la Justicia. Si lo son, debe caer sobre ellos todo el peso de la ley, lógicamente, pero no se debe ser imprudente condenándolos antes en juicio público y las autoridades deberían ser las primeras en esa prudencia, no les vaya a pasar lo mismo que les pasó a las autoridades murcianas. La delegada del Gobierno en Asturias ha manifestado: "Si estas chicas han denunciado, sus razones tienen", y otros han dicho: "Si dos han sido detenidos en que hay indicios suficientes de criminalidad". En fin, está claro que nadie hace denuncias por afición y que todas las denuncias tienen un propósito, pero que se presente una denuncia contra alguien no quiere decir necesariamente que ese alguien sea culpable, eso, en un Estado de Derecho, hay que demostrarlo en los tribunales y ya hemos visto lo que pasó con los tres afganos. Aún hubo casos más sangrantes, porque una persona inocente también puede ser condenada en los tribunales si la Justicia se convierte en un apéndice de los linchamientos públicos, como parece que a veces sucede. ¿Se acuerda usted del caso de Dolores Vázquez, condenada injustamente por asesinato sin prueba alguna? Pues, por ejemplo.

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