Cuba, entre la miseria y la esperanza...

(Recuerdos de una entrevista memorable, hace 25 años, al líder cubano José Ramón Fernández, “el Gallego”

“Errores en la Revolución cubana hay mil; alguno grueso, como nuestro paternalismo”. Estas palabras las pronunciaba hace 25 años el entonces vicepresidente del Gobierno cubano de origen asturiano, José Ramón Fernández, conocido popularmente como “el Gallego”. Las declaraciones de autocrítica del segundo hombre de confianza en el Gobierno de Fidel Castro las hacía dentro del contexto de una amplia entrevista en exclusiva concedida a LA NUEVA ESPAÑA en el año 1995.

Hoy, 25 años después, con Fidel ya muerto y “Gallego Fernández” también, aquella larga entrevista de más de dos horas de duración cobra actualidad en unos momentos en los que el pueblo cubano se ha lanzado nuevamente a la calle en demanda de libertad y de unas mejores condiciones de vida en la isla caribeña.

Un año antes de la entrevista para este diario, en agosto de 1994, en Cuba se habían producido una serie de manifestaciones antigubernamentales, similares a las de la actualidad, siendo consideradas de las más prominentes desde el inicio de la Revolución cubana. Aquella revuelta fue bautizada como el “Maleconazo”, y durante esta cientos de personas se habían enfrentado a la Policía con palos y piedras, saqueando comercios y rompiendo escaparates mientras lanzaban consignas contra el entonces presidente Fidel Castro y el sistema socialista, en el poder desde 1959.

El vicepresidente cubano, ante una pregunta de este diario sobre los cambios institucionales que el pueblo ya entonces reclamaba, aseguraba: “El Gobierno revolucionario de la República de Cuba se apoya fundamentalmente en el pueblo. Recientemente, por ponerle un ejemplo, se discutió la ley del régimen impositivo: para elaborar la misma, primero se discutió con el pueblo, a través de los sindicatos, con unos tres millones de personas, epígrafe por epígrafe. Después se trató en la Asamblea, volvió a ser revisada por los sindicatos y, finalmente, se aprobó como ley. Así es como actúa el Gobierno cubano y por eso tiene el respaldo del pueblo”.

Sobre el largo y tortuoso bloqueo de EE. UU. a la isla, el político cubano declaraba hace 25 años: “Los Estados Unidos no nos perdonan y hacen todas las presiones posibles en los medios de comunicación, por la vía diplomática, en los medios económicos, coaccionando, presionando, persuadiendo, convenciendo y destruyendo la imagen de nuestra realidad, ejerciendo toda su influencia en sentido contrario. Afortunadamente, con motivo de la ley Helms Burton, distintos países y la propia Unión Europea han comenzado a oponerse de forma viva al bloqueo. Creo que se ha empezado a comprender mejor nuestra realidad. Soy optimista y espero que esa comprensión que han manifestado distintos gobernantes en declaraciones públicas se plasme en un futuro de colaboración con nuestro país”. Con el paso de los años se ha comprobado que, desgraciadamente, los deseos del “Gallego” no tuvieron la respuesta internacional que él añoraba.

Preguntado sobre el apoyo que otros países como China, con un régimen como el cubano, estuvieran recibiendo de la Unión Europea, mientras la isla continuaba bloqueada, Gallego Fernández aseguraba en aquella entrevista hace 25 años: “La Unión Europea se ha propuesto, bajo la iniciativa del Gobierno español, el sostener conversaciones para llegar a un acuerdo con Cuba. Esto lo apreciamos muy positivamente, pues entendemos que España tiene un compromiso muy importante con la historia de este pueblo y debe comprender que, políticamente, le conviene ser vanguardia en todos los pueblos iberoamericanos. España tiene que ser la puerta de entrada y salida de toda Iberoamérica al mercado europeo, ya que somos varios cientos de millones de habitantes con un potencial enorme para el futuro”.

El tema de la globalización mundial ya preocupaba hace 25 años, cara al futuro económico y social en la isla: “La economía mundial y la mala globalización van a causar serios problemas, ojalá que estuviera imbuida de un espíritu de justicia que permitiera eliminar la pobreza. Se dice que el decenio 80-90 fue el decenio perdido. Todavía hay países en el mundo que tienen más de cien niños muertos en menos de un año por cada mil nacidos vivos. Cuba aspira a toda la integración de América: si estamos dividimos somos débiles. Si América Latina forma una unidad de libre comercio y tiene una línea en la economía, y en general en la política, y efectúa sus intercambios con el mundo y se desarrolla ella misma, intercambia talentos, educación, comercio e iniciativas políticas; América Latina es fuerte y podrá defenderse de esta globalización para no resultar aplastada”.

Pero, sin duda alguna, las declaraciones más sinceras de aquella entrevista, las que más dieron que hablar, fueron las relativas a los errores cometidos por la Revolución cubana. El líder cubano, héroe en Cochinos junto con Fidel Castro, no tuvo reparos en reconocer que “errores en la Revolución cubana hubo algunos gruesos, por ejemplo, nuestro paternalismo. Nosotros hemos dado mucho pidiendo poco; hemos garantizado mucha igualdad y muchas condiciones, sin exigir a cambio el máximo esfuerzo que a cada uno le corresponde. La riqueza de un pueblo podemos decir que son sus hombres, sus seres humanos, pero también es aquella que se genera de su esfuerzo, de su trabajo, intelectual y manual, y en este aspecto hemos tenido errores. También hemos copiado esquemas en distintos aspectos de la vida nacional del socialismo. Hemos creído que la Unión Soviética, que ya dejó de existir, por sus años de experiencia tenía numerosas virtudes y bondades. No niego que hubo muchas conquistas, pero también vimos muchos errores y aplicamos calcos y esquemas sin mucha profundización y sin perfeccionamiento. Sin mucha adecuación en lo que correspondía, o mucho rechazo en lo que no correspondía. Que tenemos errores y cosas que criticar hay mil. Pero creo que son más los aciertos, y, sobre todo, tenemos una conciencia clara de lo que hay que criticar y tratamos permanentemente de rectificarlos”.

También durante aquella inolvidable entrevista en el Palacio de la Revolución cubana, sede del Gobierno, hablamos del mito de Fidel Castro como estrella de la Revolución: “Fidel es un hombre que tiene un indudable carisma, pero no hay duda de que son las conquistas y la lucha del pueblo cubano lo que hacen que otros pueblos, sobre todo los más oprimidos y los más pobres, aquellos de los que habló Jesucristo, vean a Castro como una persona que se pasó toda su vida trabajando y luchando por la igualdad y la justicia en el mundo”.

Hoy, 25 años después, este humilde periodista ya jubilado no puede hacer otra cosa que desear lo mejor para el pueblo cubano; un pueblo que lleva demasiados años sufriendo las consecuencias de un bloqueo inhumano por parte de EE. UU. Un pueblo que necesita una profunda reforma política, que tendría que pasar por la elaboración de una nueva Constitución. Una Constitución en un marco democrático, dando entrada a todos los partidos políticos, hoy en la oposición. Convocar unas elecciones democráticas, en las que el pueblo cubano se pueda expresar libremente sobre el tipo de Gobierno que prefiere para su país.