Al menos, una explicación

Observando el programa de televisión “Salvados” en La Sexta quedé sorprendido por la temática que allí se expuso. Salió a colación un suceso de desahucio involucrando a Jesús Sanz Montes, arzobispo de Oviedo desde el año 2009, acusándole de enajenar patrimonio a fondos de inversión para hacer construcciones de lujo, con bienes donados a la Iglesia para fines benéficos. En concreto se trató de la venta que hizo en 2016 de edificios en Barcelona y en Madrid.

El Excmo. y Rvdmo. Sr. Sanz, religioso franciscano y comisario pontificio de la Unión Lumen Dei, posee un buen conocimiento de los beneficios inmobiliarios –estudió Economía y Derecho Mercantil–, ya que solo con la asociación antedicha ha conseguido ganar doce millones de euros a lo largo de estos años vendiendo patrimonio eclesial. Se le considera un hombre del ala conservadora del episcopado español, muy crítico con el actual Gobierno de España y con todo tipo de políticas progresistas. Llama poderosamente la atención que una persona con alto cargo en la Iglesia de los menesterosos –no de los ricachones– sea responsable del mayor número de bienes inmuebles de Asturias, en concordancia con la Iglesia Católica española, que ocupa el primer lugar del país, después del Estado.

En la entrevista televisiva, el periodista Gonzo interrogaba a la abogada barcelonesa de las misioneras seglares de Lumen Dei, Eva Alcalde Roura, una especialista con amplia experiencia en litigaciones y transacciones extrajudiciales penales, civiles y mercantiles. En tal programa se tildó de brutal y escandalosa la actividad arzobispal, pues la millonaria trama urbanística afecta a más de 200 familias de alquiler, a más de cien ancianos y a diecisiete monjas que conviven en una residencia. Según la letrada, si el arzobispo logra desahuciarlas –antes de conocer si la compraventa es nula o no– “dormirán en un colchón en la calle”. La cosa no queda ahí, pues como represalia a la denuncia de las monjas al arzobispo de Oviedo, les han llegado amenazas de excomunión.

Según la indicada fuente, Sanz Montes ha vendido sin previo aviso este edificio, donde vive y realiza labores humanitarias una congregación de monjas, por tres millones de euros que había sido adquirido con donaciones de fieles para que se realizaran labores asistenciales. La venta se produjo por debajo del precio de mercado a un fondo buitre y ahora la nueva propiedad los considera okupas e intenta el desalojo, sin ayudar a encontrarles un lugar donde seguir viviendo.

El propio periodista interceptó en plena calle de Oviedo a monseñor Sanz, quien eludió hacer declaraciones al respecto, preguntándole con insistencia: ¿dónde están los seis millones de euros ganados con la venta de dos edificios? o ¿por qué deja a las monjas en la calle? La cuestión que se debate es si el arzobispo de Oviedo tiene potestad para comprar y vender las aludidas propiedades.

Estas discutidas acciones, impropias de personas vinculadas a la religión, son reincidentes, pues en 2018 y 2019 se han realizado dos operaciones inmobiliarias en la Diócesis de Madrid, involucrando, por un lado, a catorce bloques ubicados en el centro de la capital por 74 millones de euros a un entramado de empresas, y por otro la enajenación por 37 millones de una parroquia y una residencia de mayores gestionada por una fundación religiosa en el entorno del estadio Santiago Bernabéu. Con el monto de ambas, se pretendía comprar un solar por 48 millones en Valdebebas –donde se encuentra la ciudad deportiva del Real Madrid– para dedicarlo al negocio urbanístico. Ante la prevista tormenta judicial, el Arzobispado de Madrid, regido por Carlos Osoro, ha decidido abortar los dos pelotazos urbanísticos –que le salpican indirectamente– revertiendo en 2020 las susodichas compras tras una investigación interna que ha desvelado ventas irregulares y pagos de comisiones en las fundaciones encomendadas a la Iglesia.

Es muy espinoso explicar la enorme acumulación de riquezas en una religión que basa su razón de ser en la pobreza; en línea con el sentir del Papa actual: “La Iglesia debe ser pobre y para los pobres”, completando que “hay mucho dinero en manos de unos pocos y mucha pobreza en muchos”.

Entonces, ¿en qué quedamos? Desmontemos manidas actitudes hipócritas que enmascaran trampantojos. Me acojo a la pedagógica frase de Jesús cuando decía a sus discípulos “qué difícil será para aquellos que tienen riquezas entrar en el reino de los cielos”, o aquella otra aún más elocuente: “Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que un rico entre en el reino de Dios”.