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Cooficialidad versus Asturias

31 de Julio del 2021 - José María García Pérez

Actualmente se usan en Asturias el castellano, el asturiano (amestao) con sus variantes y la fala (gallego asturiano), existiendo además la llingua asturiana, normalizada por la Academia de la Llingua.

Con el castellano, el asturiano y la fala, nos entendemos todos y convivimos sin dificultad alguna, reconociéndose en esa forma de comunicarnos nuestro carácter de bonhomía y región acogedora y abierta. De hecho, podría decirse que ya existe una “cooficialidad no oficial”.

A nadie se le impone o prohíbe que utilice el castellano, el bable o la fala, y la gente lo hace como estima oportuno, existiendo publicaciones, disertaciones, concursos literarios y todo tipo de actividades, con más o menos seguidores, en cada una de las versiones.

Y en estas circunstancias entra en juego la posible cooficialidad del bable, que algunos identifican con la defensa de Asturias y sus tradiciones. Y esta identificación resulta a nuestro juicio peligrosa para la región, porque no se analizan con claridad las diferencias entre lo primero y lo segundo.

Asturias y sus tradiciones se defienden administrando sus limitados recursos para mejorar sus políticas sanitarias, educativas, sociales e industriales, protegiendo su cultura, sus monumentos y sus incomparables paisajes, haciéndola competitiva, innovadora y abierta al exterior, con salidas profesionales en la región que eviten que gran parte de sus jóvenes tengan que emigrar.

Por el contrario, ¿qué traería la imposición de la cooficialidad de la llingua?

Para empezar, todas las comunicaciones dentro, hacia y desde las administraciones públicas deberían poder hacerse tanto en castellano como en llingua. Toponimia, juzgados, hospitales, centros de enseñanza, ayuntamientos, etcétera, deberían adaptarse, duplicándolas. El coste y la complejidad que ello conlleva crecerían con el tiempo. Y “entre los lectores presentes…”, que levante la mano quien desee más costes, más burocracia y más trabas administrativas.

Además, con una lengua desconocida más allá del puerto de Pajares, ni nuestros jóvenes ni nuestra actividad económica, industrial o cultural saldrían beneficiados. Más bien se generaría aislamiento y empobrecimiento.

Por quitar hierro al asunto, se habla a veces de “cooficialidad amable, o cooficialidad a la asturiana”. Pero ¿eso qué es? La cooficialidad, como la fiscalidad, o el teorema de Pitágoras, ni es amable ni deja de serlo. Es simplemente cooficialidad, con todo lo que ello implica. Y alimentada la criatura por sus progenitores, se hará día a día más exigente, llegando a cerrar el paso en su momento a los que, aun siendo personas valiosas por sus conocimientos, no incluyan entre estos los de llingua. Es solo cuestión de tiempo.

Una región como Asturias, con un galopante déficit público y una población decreciente y envejecida, bien necesita sus recursos públicos para fines como los que se apuntan más arriba, y no para crear superestructuras cada vez más complejas y costosas para cooficializar una llingua normalizada y prácticamente desconocida por la mayoría de la población. Siendo los recursos limitados y lamentablemente escasos, los que se utilicen para unos fines no estarán disponibles para otros.

¿Y quién necesita o desea la cooficialidad? Observando la forma de expresarse de la gente, tanto en ámbito rural como urbano, parece que su deseo sería seguir haciéndolo como lo hace y lo ha venido haciendo siempre, utilizando términos y expresiones propias de cada zona.

¿Tiene sentido imponer ahora algo que para “salvar nuestra tradición” cambiaría, por la obligada normalización, nuestra forma habitual de comunicarnos? ¿Y qué ocurriría con la fala (gallego-asturiano)?

Por otra parte, un proceso como el de la cooficialidad de la llingua es sin duda irreversible, de manera que, “como nazca la neña, aquí se queda…” . Por eso conviene reflexionar ya y posicionarse a tiempo, eligiendo libremente lo que se considere mejor para Asturias y sus gentes. No cabe desentenderse ahora y lamentarse luego. La cooficialidad, sin duda, generará importantes gastos, problemas y conflictos que hasta este momento no existían.

Y quede dicho lo anterior con todo respeto hacia quien de lo mismo pueda discrepar.

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