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Acerca de la Virgen del Urriello

31 de Agosto del 2010 - Gustavo Fernández Menéndez (Gijón)

Desde la desaparición de la imagen de la Virgen de las Nieves que estaba colocada en la cima del Urriello asisto estupefacto un dia sí y otro también a un rosario de declaraciones en el periódico y en otros medios de comunicación por parte de «toda» la comunidad montañera y de otros que no han puesto un pie en la montaña en su vida expresando invariablemente su «indignación ante semejante hecho», pero lo que no he oído en ningún lado son declaraciones expresando la opinión contraria, que también existe.

Algunas de estas perlas no tienen desperdicio: «Es lamentable destruir un simbolo de todos (?)» o «No soy creyente pero esa imagen nos protegía a todos (?)» o, la peor de todas, «al que no le guste que no suba». El autor de semejante exabrupto debe saber que a mí no me gusta y quiero subir. ¿Se puede saber quién es usted para impedírmelo? ¿Con qué criterio se arroga el derecho a decidir quién sube y quién no? Por lo visto, los montañeros ateos no podemos subir al Urriello porque un señor muy enfadado nos lo prohíbe ya que nos molesta que en un espacio público se exhiban símbolos religiosos.

Muy bien, hombre, muy bien, es usted un auténtico fenómeno de la tolerancia. Y no me venga con el manido argumento de que soy yo el intolerante, cuando sabe muy bien que es usted el que me molesta a mí colocando en las cumbres de las montañas cruces, vírgenes, belenes de cumbres, etcétera.

Nadie le impide, señor «indignado», que ponga usted en su casa todas esas cosas, faltaría más, allá usted con sus creencias, no son asunto mío. Pero empieza a serlo desde el momento en que usted me las impone, colocando en la cima de una montaña admirada por todos (ahora sí) símbolos de su religión de usted y ofendiendo a los que, siendo tan montañeros como usted queremos montañas limpias de cualquier símbolo, en todo caso, de poner algo que sea el modesto jito de piedras, éste sí, símbolo universal de las montañas.

De acuerdo en que la desaparición de la imagen se ha hecho de mala manera. Lo correcto hubiera sido su retirada por parte de las autoridades o descendida por un par de píos montañeros y depositada en el lugar que le corresponde, esto es, una iglesia, una ermita, una capilla, un santuario, pero por favor, un respeto a los que no creemos lo mismo que ustedes.

Y un ejemplo: hace pocos días unas banderas de oración tibetanas ondeaban en la cima del Urriello. Les faltó tiempo a ustedes a expresar su nueva indignación y exigir su retirada. Claro, son símbolos de otros y esos no valen. Pues señores «indignados», van a tener que tragar, ya que si por fin en las escuelas, en los juzgados, etcétera, ya no hay símbolos religiosos, en las cimas de las montañas pronto ya no habrá nada excepto lo que tiene que haber: aire puro y libertad.

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