La salud mental en el deporte, a debate
Se está hablando, escribiendo y debatiendo mucho estos días a propósito de la retirada de Simone Biles de la competición olímpica y de sus declaraciones sobre el estrés y la ansiedad que viene padeciendo desde hace tiempo por lo niveles de autoexigencia y de responsabilidad a que está sometida. Un debate muy oportuno y necesario por sus implicaciones a todos los niveles.
Es, sin duda, un asunto de enorme interés e impacto mediático, como se ha evidenciado por la respuesta de los medios de comunicación, que, sin excepción, han informado en titulares de un grave problema de salud mental que afecta a muchos deportistas de élite, por el grado de exigencia a que son sometidos y que se había silenciado hasta ahora.
La decisión de la gimnasta estadounidense ha puesto el foco mediático en un problema de primera magnitud del que deben tomar buena nota sus responsables, para no sobrepasar unos límites, en la preparación de los jóvenes deportistas, que les puedan pasar factura, como se ha evidenciado en el caso que nos ocupa, así como en el de otros muchos que no salen a la luz, pero que son moneda corriente en el deporte de alta competición.
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