Sobra chulería y prepotencia, falta realismo y humildad
A quienes como yo, por nuestra edad, ya estamos en el trampolín de lanzamiento hacia "el más allá", empieza a importarnos poco lo que otros piensen de cuanto decimos, opinamos y exponemos de lo que hoy nos pasa. Actualmente tenemos un Gobierno y un presidente del mismo que, en mi opinión, desde el primero hasta el último de los señores/as que ocupan ministerios, dan la impresión de caerles la camisa del cargo varias tallas grande. Posiblemente, ya que no hay regla sin excepción, alguno/a, no se merezca el descalificativo que les estoy dando, es posible; pero a mi modo de entender, esa especie de orquesta está dirigida por un señor que demuestra, según mi opinión, estar muy lejos de la capacitación y nobleza necesarias para dirigirla. Que me perdone, pues no está en mi ánimo el ofenderle, pero yo lo veo sobrado en todo. En castellano puro y duro, diría, con perdón, que es fanfarrón; en bable, babayu.
Cuando toma por su cuenta la retórica, parece el inventor de la misma, nos cuenta unos rollazos que ni el mismísimo F. Castro sería capaz de superarle. Oyéndole da la impresión de que nuestro país va a la cabeza en todo, cuando todos estamos viendo que la situación, día a día, es más calamitosa. Nuestra economía hace aguas por todas partes; nuestra deuda pública alcanza cifras astronómicas; nuestras empresas se las ven y se las desean para seguir con su actividad; los abueletes estamos cobrando nuestras pensiones en parte con cargo a la deuda pública; nuestros jóvenes o toman la decisión de hacerse las maletas y emigrar o aquí tienen que cobijarse bajo el paraguas de sus padres y abuelos sufriendo las consecuencias del paro; cada día hay más personas y familias sin posibilidad de llevarse un sueldo a casa; la sanidad pública es ya cualquier cosa menos un modelo digno de copiar, nos morimos figurando en listas de espera para ser atendidos y ese momento llega tarde, mal o nunca; nuestra seguridad ciudadana va de mal en peor, según parece; no se reponen las bajas por jubilación en los cuerpos de seguridad u orden público y los cacos, matones y amigos de lo ajeno crecen a sus anchas; el control de nuestras fronteras parece que no existe y aquí parece que puede pisar suelo hispano sin control de ningún tipo de manera irregular cualquiera al que se le antoje; los cacos, ladrones y rateros, según lo que los medios informan, campan a sus anchas, los llevan a Comisaría unas horas y vuelven a estar en la calle haciendo cuanto se les viene en gana una y otra vez, riéndose de la ciudadanía y de la Policía, que en ciertos casos se juega la vida para tratar de ponerlos ante la justicia, que a veces da la impresión de estar mirando hacia otra parte; la gente ya no está segura de poder conservar sus pertenencias, te puedes encontrar con tu vivienda ocupada y, lejos de encontrar defensa, parece que el derecho asiste al caco que te ocupa tu vivienda... Y así, todo cuanto podamos tocar de nuestra vida cotidiana.
Con todo lo expuesto, que creo se ajusta a la realidad que vivimos, ¿dónde está el motivo para sacar pecho y la arrogancia en su gestión, de la que el señor presidente del Gobierno demuestra hacer gala en cuanto puede? Yo no la veo por ninguna parte. No tengo adscripción a ningún partido, ni pretendo denigrar la labor de unos en favor de otros: me conformaría con que cada cual haga las cosas lo mejor que sepa, pero sin vanagloriarse ni pretender sacar provecho personal de su gestión. Los gobernantes deben ser meros gestores de lo público, que es para lo que los ciudadanos les hemos elegido con los votos, nada más. El país no es una finca de su propiedad, pertenece al conjunto de los ciudadanos, y ante estos deben rendir cuentas. Nada de arrogancia ni chulería impropia de fieles servidores, que es lo que deben ser, y si no, que se dediquen a otra cosa, ya está bien de tomarnos por tontos útiles con la engañifa del derecho al voto.
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