Reflexión sobre el libro "Juan Salvador Gaviota", la fe y la libertad
La fe, bonita palabra sobre la que escribir. Uno se podría poner a llenar folios sin parar y no llegar a terminar nunca lo que de verdad quiere decir sobre ella. Muchos han sido los que han dedicado buena parte de su vida (si no toda) a indagar sobre la fe, han escrito gruesos e imponentes volúmenes con toda clase de citas y probablemente al final seguirían como habían empezado e incluso con la cabeza más liada que al principio. A pesar de todo, y aceptando el reto, trataré en este pequeño trabajo de abordar el problema de la fe desde un punto de vista personal, intentando exponer de una manera concisa y clara lo que yo entiendo por fe.
Según el diccionario, se entiende por fe la virtud por la que creemos las verdades de la religión.
Pero, definiciones aparte (que en verdad poco aclaran), podríamos preguntarnos qué es de verdad la fe, qué entendemos cada uno de nosotros por fe, esta palabra que, por desgracia, se oye cada vez menos y que cuando se oye parece rodeada de toda una serie de ideas poco claras y a veces falsificadas.
¿Qué es la fe? Probablemente ninguno de nosotros lo sepamos de verdad.
Lo que, yo al menos, tengo muy claro es que el ir a misa todos los domingos a aguantar un rollete tipificado y la mayoría de las veces de falso contenido (para quien lo dice y para los que lo escuchan, que al salir de misa vuelven al mundo real como si nada hubiera pasado por su cabeza y al atravesar la puerta de la iglesia se siguen comportando de igual manera) no nos atribuye de por sí una fe mucho mayor que al resto de los mortales. Es esta una fe bastante cómoda que nos permite vivir (en muchos casos) sin demasiadas preocupaciones y que apenas nos cuesta algo más de 30 minutos a la semana de nuestro precioso tiempo.
No, la fe no es esto.
Luego hay otro tipo de hombre, aquellos que han nacido sin privilegios, sin comodidades, humildes y la mayoría de las veces con buen corazón, hombres a los que se les dice que aguanten, que tengan fe y se conformen con su modo de vida aunque haya una buena parte de sus semejantes que vivan entre ostentación y derroche, desperdiciando todo tipo de comodidades, sin otra preocupación que su propio provecho.
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