La desgracia del Cojuelo Ábalos
(Parodiando "El Diablo Cojuelo", de Vélez de Guevara).
En una calurosa tarde de verano estaba Jehová Sánchez pensativo y enfurruñado (acababan de ponerle la segunda dosis vacunal) porque no soportaba la mala prensa que le estaban creando sus ángeles rebeldes, reclamando una civilización nueva que, al contrario de la occidental -heteropatriarcal, homófoba, opresiva, belicosa, antiecológica-, según la Agenda 2030, debería implantar por fin el paraíso en la Tierra.
Lucifer Calvo, Belcebú Campo, Barrabás Laya, Beliat Duque, Astarot Uribes y nuestro Cojuelo Ábalos habían tensado la cuerda tanto y de tal manera que Jehová, al borde de un ataque de nervios ante tanto pedigüeño irredento, decidió, por las bravas, expulsarlos del cielo monclovita.
Fue este pobre diablo, el Cojuelo Ábalos, el favorito de las brujas y hechiceras, quien había desafiado a Jehová con aquella histórica frase: "He llegado a la política para quedarme y de aquí no me echa ni Dios", el primero en caer a los infiernos tras la rebelión celestial, con tan mala suerte que todos sus congéneres cayeron sobre él, dejándole tullido.
A pesar de su cojera y notable circunferencia abdominal, Cojuelo Ábalos era un diablo rápido de mente y veloz carrera, como puso de manifiesto en sus andanzas y travesuras con Delcy Rodríguez en Barajas, a horas imprudentes; el regalo indescifrable a Plus Ultra, los millones de mascarillas serigrafiadas con motivos playeros y acuáticos, o las pifias en las crisis de Murcia, León o Madrid, que colmaron la paciencia de sus compañeros demoniacos, quienes acabaron por castigarle encerrándole en un tarro de cristal y entregándoselo al astrólogo Iván Redondo, aquel que había dicho: "Yo por 'su deidad' me tiro por un barranco".
Así que Redondo tomó el tarro en sus manos con el Cojuelo dentro, y, sin ningún tipo de piedad ni miramiento, se lo entregó a Jehová Sánchez, que después de mirarlo con dulzura y prometerle la paz eterna, le dijo: "Sabes que tienes que irte, ¿no, José Luis?", y haciendo palanca con su deltoides derecho, lo lanzó lejos de sí, a los pies de la turba impía.
Objetivo cumplido. El Jehová humanizado en Pedro Sánchez se gira, toma "su" Falcon y se desplaza a Lanzarote a hacer cábalas sobre cómo decirle al pueblo lo que va a pasar con la pandemia, las vacunaciones, la hostelería, el turismo, el paro, las pensiones, la sanidad, la inmigración, los impuestos y la recuperación económica. Felices vacaciones.
Saludos cordiales.
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