Homenaje a Juan Antonio de Blas
Escribo estas líneas para rendir un justo homenaje a Juan Antonio de Blas García, escritor, periodista, especialista en historia militar (sobre todo de la Guerra Civil, de la que es un erudito si me permiten la expresión), crítico de cómics (el mayor experto en Corto Maltés que ha dado este país) y sobre todo un gran maestro de escuela. De Juan Antonio habrá opiniones dispares pero nunca ha dejado a nadie indiferente, bien sea por el revulsivo que provoca a quien incomoda o por la incitación a la rebeldía a quien le sigue. Después de muchos años siguiendo sus andanzas algo puede quedar claro de este hombre y es que se trata de una persona que vive libre, es honesto, amigo de sus amigos y hasta de alguno de sus enemigos (incluso en algunos de éstos es capaz de despertar admiración). Su lealtad y honestidad empiezan en él mismo y se nos fue contagiando a todos sin que nos diésemos cuenta de ello y siempre nos alumbra con sus lúcidos comentarios que hicieron que empezáramos a pensar por nosotros mismos y que en definitiva siempre pusiéramos en tela de juicio al que manda y ordena, a ser dueños de nuestra parcela de vida sin que nadie nos ose jamás a invadirnos con sus propósitos, deseos y órdenes. Rendir homenaje a Juan es rendir homenaje a Charo, la gran mujer que hay tras este escritor, fuente de paciencia y perseverancia a la que mando un saludo cariñoso desde aquí. Juan Antonio es una especie de Ulises en esta sociedad caótica y no por ello deja de ser un referente intelectual para quienes en determinados momentos de nuestras vidas nos hemos acercado a él. También gracias a él cayeron en mis manos numerosos libros y me aficioné a la lectura desde edad temprana, y es el día de hoy que sigo espoleando su biblioteca. Por eso en nombre de todos tus amigos y antiguos alumnos te damos las gracias por no dejarnos indiferentes ante la vida, por enseñar lo más importante, a ser personas en un mundo deshumanizado sin que por ello dejemos de defendernos o dejemos de luchar por las causas que merecen la pena. Vuelve a Ítaca ahora que puedes, viejo amigo, y descansa si te dejan, un abrazo y recuerda que seguiremos robándote los libros.
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