Jaulas
En el año 2018, se estrenó la película “Jaulas”, de un director novel, desconocido hasta ese momento, Nicolás Pacheco. Era su ópera prima y el descubrimiento de un director joven, de gran talento, que hasta entonces se había movido en los terrenos complicados y minoritarios de los cortometrajes.
“Jaulas” no la pude ver por entonces y hoy, gracias a TV-2, he podido disfrutar con esta excelente película. Me habían hablado de ella, pero todo lo que me habían dicho se ha quedado pequeño después de verla. No es fácil encasillarla, porque uno no sabe dónde empieza o termina el drama para dar paso a la comedia. Es una de las virtudes de la ópera prima de Pacheco.
Toda ópera prima es un riesgo, los directores noveles se la juegan. Muchos han abandonado su carrera cinematográfica a partir de esa aventura. La crítica suele ser especialmente implacable, lo miran con lupa y pueden cavar la tumba para siempre de un director. No es el caso de Nicolás Pacheco, quien consigue atraparnos en la historia que cuenta desde el primer minuto.
Localizada en un poblado andaluz, habitado en su mayoría por gitanos, que podía haber precipitado a su director al recurso fácil de los tópicos sobre el mundo gitano, consigue trasladarnos, más allá de su anclaje en el tiempo, el drama de la opresión que es universal. Concha (la protagonista del film, aunque es una película coral) decide arriesgarlo todo y escapa con su hija. Su huida se convertirá en una aventura, sin ningún tipo de horizonte, sabedora de que tarde o temprano la encontrarán para volverla a la “jaula” que siempre ha sido su vida.
El vía crucis vital de madre e hija, maltratadas física y psicológicamente por un personaje repulsivo, llega a formar parte de otro mundo que también sobrevive como sobreviven los marginados que no salen en los telediarios ni son objetivo de las cámaras para presentar al gran público otro cine. Un cine comprometido.
Sorprende en un director novel esa maestría para trabajar con actores absolutamente desconocidos (solo Antonio Dechent, que siempre ha sido y sigue siendo un secundario de lujo del cine español). Quizás por ello consigue la interpretación que él busca para no caer en el chiste fácil, previsible o la lágrima impostada. Pero ello requiere de muchas horas, de un trabajo arduo y exigente que en determinados momentos nos recuerda al cine de Emir Kosturica. La fotografía de Alejandro Espadero es magnífica.
Hace unos días, intenté ver la película “La vida de los demás”, del director iraní Mohammad Rasoulof, ganadora del “Oso de Oro” en la pasada Berlinale. Estuvo en cartelera tres días, en horario complicado para mí, y en un solo pase. Mientras, la película de ese grotesco director de cine, Santiago Segura, “A todo tren. Destino Asturias” se proyectaba en tres salas en diferentes horarios, en total 12 pases (¡!) diarios, mientras “La vida de los demás” languidecía por falta de público.
Hay que reconocer la habilidad que este mediocre director de cine, “asesino del séptimo arte”, está teniendo para lanzar productos zafios, vulgares, de risa fácil, por no recordar a aquel personaje machista que encarnaba lo más patético del “supuesto” español medio, “Torrente”, que le dio para varias temporadas y le enriqueció sustancialmente, mientras el otro cine sobrevivía en medio de la pandemia. El personaje de “Torrente” venía a sustituir a esos personajes casposos, reprimidos, machistas, que creíamos olvidados del cine franquista.
Santiago Segura aparece en todos los programas de las televisiones, la televisión pública le concede programas “ad hoc” para continuar su enriquecimiento personal, a pesar de estar presuntamente involucrado en los negocios sucios de otra “estrella” de los pelotazos audiovisuales y negocios mafiosos, el ventrílocuo José Luis Moreno.
Necesitamos más cine de León de Aranoa, de Amenábar, de Isabel Coixet, de Icíar Bollaín, de Carla Simón, de Fernando Trueba, de Nicolás Pacheco... No es posible que asistamos acríticamente a la muerte del buen cine. No es posible que las pantallas de cines sean las continuadoras de los programas de la telebasura, para eso ya está Telecinco.
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