Messi
Lágrimas de cocodrilo. Es el mismo jugador que hace menos de un año mandó un burofax al Barcelona pidiendo y exigiendo el querer irse. Messi como los anteriores grandes jugadores tienen fecha de caducidad. Ni se acabó el fútbol antes, ni pasará después de Messi.
El fútbol es un deporte de conjunto donde las individualidades son parte y no un todo. Por lo tanto, nuestra Liga no pierde más que a un futbolista. Otro vendrá que mejor lo hará.
Todo lo que rodea al fútbol tiene demasiada trascendencia, no debiera afectarnos tanto, pero la estupidez humana no tiene límite. Tenemos decenas de problemas, la luz por las nubes, vivienda imposible, salarios y empleo precario, políticos mediocres, una pandemia que todavía nos está martirizando, la Sanidad Pública cayéndose a pedazos, listas de espera de escándalo... pues Messi se va y se acaban todos nuestros males, se cae el mundo encima. Pues no, señor, si se va que se vaya, que ya volverá, o allá se quedará; vendrá otro por él, es ley de vida.
Muchos dicen que las plataformas, empresas, jeques, subvenciones... dejarán de entrar al carecer la Liga española de la gran figura del balompié. No se preocupen, quizá sea la solución para el fútbol, el volver a aquel fútbol sentimiento, el que llenaba estadios y se vibraba de emoción de verdad. Ahora no, es igual que estén los aficionados, les pagan casas de apuestas, empresarios, jeques y hasta organizaciones de reputación dudosa. Todo eso tiene un fin, el lucro. Nada de sentimentalismos, es puro marketing y aparentar. Si al deporte le restas el público, durará lo que dure el negocio. Por ello, esas mafias debieran estar controladas por los gobiernos, y volver a un sistema donde, con menos dinero, se potencie este bello deporte como antaño, cuando cada fin de semana movilizaba a los estadios a millones de aficionados.
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