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El informe de la ONU y los negacionistas

11 de Agosto del 2021 - J. J. J. Suárez González (Gijón)

"Una alerta roja para la Humanidad", así es como el secretario general de la ONU, António Guterres, resume las conclusiones de un histórico informe, el más exhaustivo y completo hasta la fecha, que el lunes 9 de este mes de agosto ha publicado el organismo internacional. Cientos de científicos y expertos de muchos países han trabajado durante meses para elaborarlo. El Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) examino más de 14.000 artículos científicos sobre este asunto antes de presentar sus conclusiones. La verdad del calentamiento global y del cambio climático es incuestionable, y no solo porque lo diga casi la totalidad de la comunidad científica, cualquier persona de la tercera edad sabe perfectamente que aquellos inviernos donde había que ir con gruesos abrigos, con guantes y bufanda, aquellas haladas tan normales que dejaban los prados blancos, aquellos charcos congelados cuya capa de hielo los niños iban rompiendo todas las mañanas camino de la escuela han pasado a la Historia. Como el calentamiento global es tan incuestionable y tan evidente, los negacionistas se han centrado en difundir que no está claro que sea provocado por la actividad humana y que en la Tierra ya hubo otros cambios climáticos incluso antes de que apareciera la especie humana sobre ella. Es cierto que nuestro planeta ha sufrido grandes cambios en el clima, pero fueron ciclos que duraron cientos o incluso miles de años, salvo los provocados por las erupciones masivas del Jurásico-Pérmico y el invierno, de varios años de duración, que asoló la Biosfera tras la caída de un meteorito hace casi 66 millones de años que cubrió la atmósfera de polvo. Ningún calentamiento ni glaciación brusca aconteció en el pasado de nuestro planeta salvo por dramáticas excepciones y lo que estamos viendo con nuestros ojos está pasando en solo unos pocos años, un suspiro si hablamos de los largos ciclos del clima. Ahora la dramática excepción somos nosotros. ¿De verdad hay alguien, en su sano juicio, que se atreva a discutir que las ingentes emisiones que la actividad humana vierte a la atmósfera tienen muy graves consecuencias? Pues parece ser que sí, lo discuten los negacionistas, los mismos negacionistas de la vacuna contra el coronavirus y los mismos negacionistas de todo lo que suene a científico. A mí me hace mucha gracia que ese tipo de gente sea tan escéptica con la ciencia y sin embargo tengan tanta fe (al menos eso dicen ellos) para otras cosas sin ninguna prueba. El contundente informe de la ONU no tiene perfil político, porque ha sido elaborado por científicos de países de regímenes muy distintos. Así que los negacionistas se tendrán que inventar otra de esas conspiraciones a las que son tan aficionados. ¿Todos los gobiernos del mundo se han unido contra nosotros y contra la verdad dirigidos por los comunistas y los globalistas judíos, nos dirán ahora? Son perfectamente capaces. A la vista de la experiencia médica, es decir, también científica, se está hablando de que quizá sea necesaria una tercera dosis de la vacuna anticovid; en algunos países, como Israel, ya se está poniendo a las personas de más edad, que, al parecer, tienen menor capacidad de producir anticuerpos. No han tardado ni cinco minutos en salir los negacionistas, que, eso sí, al final, aunque a regañadientes, se han ido vacunando, a decir: "Que no nos tomen el pelo", salpimentando sus pobres argumentos con descalificaciones e insultos al Gobierno, como es su costumbre. Podemos discutir si este Gobierno, y otros gobiernos en otros países, es mejor o peor, si se equivoca o se deja de equivocar, si sus medidas nos gustan más o nos gustan menos, pero pensar que este y otros gobiernos son unos malvados que lo único que desean es hacer la puñeta a la gente no se lo puede creer nadie, entre otras cosas porque todos los gobiernos, al menos en los países democráticos, saben que, más tarde o más temprano, tendrán que pasar por las urnas. En este mismo sentido también los hay que critican la agenda 2050, "Largo me lo fiáis", dicen. Una cosa es que tengamos problemas que hay que resolver de inmediato o en el corto plazo y otra muy distinta que no se tengan que planificar con mucho tiempo las actuaciones gubernamentales y de las administraciones públicas. Un plan energético o una política industrial requieren decenios para desarrollarlos e implementarlos. A ver si voy a tener que recordar a esta gente los tres planes de desarrollo de Laureano López Rodó. Pues, igualmente, muchas de las actuaciones que son imprescindibles tomar contra el calentamiento global no se pueden acometer de la noche a la mañana, pero otras sí, y es aquí donde los encantadores negacionistas, cuya única intención no es negar la evidencia sino retorcerla para atacar a los gobiernos que no les gustan, tienen un enorme campo para atraer adeptos, apremiar esos cambios necesarios. Porque, esos negacionistas, no nos engañemos, serían los primeros en criticar al Gobierno si fuera este el que negara la evidencia, como hicieron contra la "evidencia" de la llegada de la pandemia mientras sus líderes, que ahora dicen que lo sabían y que ya habían avisado, iban a Milán, entonces el foco del coronavirus en Europa, a contagiarse y luego contagiaban a sus camaradas en un evento de su partido en Vitoria.

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