Surcos profundos
Recordatorio de recordatorios. En el jardín de mi padre hay dos jaulas. Todos los días, al amanecer, el jilguero desde su jaula le dice al león que está en la suya: buen día para ti, hermano prisionero.
G. J. G.
Hoy van unas líneas que nos han llenado. A saber: «Cada verano (ha escrito Ángeles Caso) vuelvo a sentarme en las mismas escaleras, y todavía tomo el café del desayuno en la única taza que aún queda de aquel viejo juego, descascarillada, sin asa ya, pero todavía real y llena a rebosar de tardes y mañanas de muchas vidas queridas. Y, cuando llega el final de las vacaciones, pienso en la infinidad de cosas hermosas que le debo a ese pequeño trozo de tierra cocida, como asimismo al sol y a la asombrosa energía de los árboles, a la fortaleza de las montañas... Agradecimiento y nostalgia. Y también la esperanza del verano que volverá, trazan surcos profundos y duraderos en mi espíritu».
Amables lectores, abrazos. Muy fuertes y prolongados no, pues en estos instantes en los que estamos tecleando hace calor, calor (no los 44º C que llegaron a registrarse en Utrera, Sevilla). Mas si os estrechamos con mucha fuerza os sentiríais molestos. Vayan, pues, desde el corazón.
Despedida y cierre. Adiós, hasta la vista. Y para siempre un profundo sentimiento por nuestros guardias civiles y el intérprete asesinados en Afganistán.
Érase una vez.
Félix Richard
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