La esfera del bien común se resquebraja
Habitamos una esfera azul que en realidad son varias esferas interrelacionadas formando un todo que da respuesta al más mínimo estímulo desde cualquier otra esfera. Se establece así una dinámica para el equilibrio armónico entre todas las esferas. Roto el equilibrio, ahora nos toca colaborar. Siempre hemos colaborado, pero no los unos con los otros, sino los unos contra los otros: el grupo dominante colabora con el afán de abarcarlo todo, y lo mismo hace la oposición. Sin embargo, ahora solo queda la colaboración de todos en todo. Hemos sido atrevidos arrogantes, hemos roto el equilibrio, hemos alzado la voz, y ahora nos responden las otras esferas colaborando contra nosotros.
El equilibrio comienza cuando el fuego interno de la Tierra genera un campo magnético que nos protege del fuego externo del Sol: el resto de su luz nos da la vida. Esa es la primera de las esferas: la magnetosfera. La cual permite existir, tal como son, a las otras: la litosfera, la hidrosfera, la criosfera, la biosfera y la atmósfera. Pero ha aparecido una nueva esfera dentro de la biosfera que está poniendo en peligro el equilibrio de milenios. A esa esfera se la ha denominado: noosfera, antroposfera, tecnoesfera o esfera de la "inteligencia humana", pero de conducta poco inteligente. No la usamos para el bien común de la Tierra y de la Humanidad. Ha sido nuestro afán por cooperar los unos contra los otros (enfrentados en guerras frías o calientes) el que nos ha traído a este punto de no retorno para cientos de años, si no es para milenios. Hemos sido incapaces de considerar las profecías que tantos y tantos científicos nos hacían. Hemos hecho oídos sordos a la principal profecía: la del bien común, la de la fraternidad de todos los seres en el hogar de la biosfera. Tampoco entendimos el diálogo de las otras esferas: atmósfera, hidrosfera, criosfera, que, siendo aparentemente inanimadas, tienen vida y se hablan. Esferas cuyo equilibrio hemos resquebrajado desde la noosfera llevando su diálogo a un grito muy peligroso para nosotros.
Hemos de actuar rápido y ser optimistas, pero siempre estar bien informados. Tenemos la información del IPCC, ahora le toca actuar a la COP 26 en noviembre. Estamos en agosto a la espera de sus olas de calor, sequías e incendios, que afortunadamente aún no han llegado. Luego llegará septiembre con sus gotas frías e inundaciones, y, al final, el otoño con sus vientos. Entonces en noviembre tocará anunciar la lucha por el bien común sin excluir a nadie. Pues los males comunes que llaman a nuestras puertas con aviso anticipado pero no previo lo requieren.
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