Del lado de acá del muro
Recordatorio. El hombre tarda dos años en aprender a hablar y ochenta en aprender a callarse.
Sócrates
Este recién pasado sábado despertamos a las 07.10 horas, exactamente. Meca, ¿qué hacer si nada nos apremia?, nos dijimos para nuestros adentros. El caso es que nos levantamos y, seguidamente, fuimos al baño. A continuación tomamos nuestro primer cafetín en la cocina, simultáneamente a ponernos a leer el periódico de cabo a rabo...
¿Y ahora qué?, volvimos a repreguntarnos. Lo resolvimos de ipso facto revolviendo en el archivo del ordenador. A saber. Hace más de diez años, Rafael Sarralde realizó para este rotativo un magistral reportaje sobre «Los últimos de La Cadellada», con ilustraciones gráficas, estupendas, de Alberto Pérez, y la conversación con una educadora atentísima del citado centro de psiquiatría, Isabel Díaz.
–¿Ese anciano que está enfrente de una máquina de escribir escribe algo?
–De vez en cuando le da a una tecla.
Fantástico, oye, pensamos nosotros. Una mesa, encima de ella una máquina de escribir, un folio en blanco metido en el carro correspondiente, una silla y sentado en ésta un anciano venga y venga reflexionar y reflexionar para de vez en cuando darle a una tecla sin caer en la obsesión de las prisas de muchos de nosotros que vivimos actualmente en este loco mundo, sólo que del lado de acá de los muros... ¿O no?
Amables lectores, despedida y cierre. Siempre, siempre, siempre andamos con prisas. Venga, punto y final, no sin antes enviarte ánimos con besos, Natalia.
Érase una vez.
Félix Richard
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