Los entregados
Los usuarios de algunas de estas plataformas recibimos nuestro sustento en la oficina o en el domicilio con relativa celeridad por un módico precio. Nos sumamos a reciclar, a comprar coches híbridos y a todas las acciones anti cambio climático, pero cada vez utilizamos más repartos contaminantes incontrolados en las ciudades y generamos basura a raudales en nuestras casas.
Para algunas de estas multinacionales de entregas digitalizadas el negocio está basado en subcontratar a presuntos autónomos, con sus correspondientes ventajas en lo que se refiera a costes. Es obvio, pero a la vista de los resultados es necesario recordarlo, la precariedad laboral manifiesta, sin convenios sectoriales ni representación sindical, ni vacaciones, ni permisos remunerados, etcétera. Se trata de trabajos "a demanda" controlados por los dichosos algoritmos que nos hacen la vida más complicada en muchas ocasiones, ya que cada vez resulta más difícil contactar con las personas que resuelven los problemas. Algunas veces parece una competición inhumana y estadística por parte de las empresas para valorar y llevar al límite de lo tolerable la paciencia y desesperación clientelar.
Afortunadamente, varias sentencias en las que quedaba claro que se trataba de falsos autónomos y acierto por parte del Gobierno, que no nos duela reconocerlo, han logrado que se obligue por ley a las empresas a contratarlos (contratarlas y contratarles) como trabajadores con todos sus derechos y darlos de alta en el Régimen General de la Seguridad Social.
Faltará por ver las condiciones de los nuevos acuerdos, puesto que la hidra de la precariedad laboral en el grupo de las APP se puede reproducir con demasiada facilidad. Debemos adoptar el modo "in vigilando" para que no vuelvan a dejar a los "riders" en llanta.
Si la ley se cumple, el precio que pagarán los usuarios por el transporte será mayor. En el futuro deberemos acostumbrarnos a pagar más los servicios si nosotros queremos cobrar más. Al mismo tiempo, nos debería servir a la legión de entregados al mundo irreflexivo digital para investigar, con un simple clic, con qué empresas contratamos, qué empleos genera y en qué país paga los impuestos.
Puede ser que hacer lo correcto nos lleve un poquito más de nuestro valioso tiempo, pero, como decía un amigo, "no nos engañemos, que es engañarnos a nosotros mismos".
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