Un parque techado para cada barrio
Ayer me señaló una turista madrileña que Gijón era una ciudad muy habitable, y al instante me pareció que el adjetivo era apropiado. Después recordé mi petición de hace años al Ayuntamiento para techar un parque en cada barrio, solicitud no contestada.
¿Por qué techar un parque en cada barrio? El parque es el área de juego libre y al aire libre, donde los niños se relacionan espontáneamente con otros niños conocidos y desconocidos, una oportunidad diaria donde el reto físico y la socialización liderada por los propios infantes es inigualable. También los distintos parques de Gijón son zonas idóneas para hacer identidad de barrio: tiempo compartido para crear lazos entre el vecindario, y por lo tanto, acercarnos a la solidaridad, esa cualidad humana tan hermosa.
A menudo estos cotidianos encuentros se ven interrumpidos por la climatología, sobre todo por la lluvia o por sus huellas visibles en mojados toboganes, columpios, bancos, etc. Entonces ¿cuál es la sustitución del tiempo lúdico al aire libre? Las pantallas y las visitas a los centros comerciales están a la cabeza como recursos sustitutorios.
En otras ciudades del norte han apostado por mantener la actividad de estos emplazamientos en otoño, invierno y primavera. Me viene a la cabeza la fabulosa cobertura de madera combinada con material transparente y resistente de nuestra vecina ciudad de Torrelavega. El parque Manuel Barquín está disponible para los niños los 365 días del año.
Aunque algunas opiniones manifiesten que los parques techados no son prioridad en la ciudad, lo cierto es que un parque bien pensado, que dé respuesta a los encuentros que se producen en él, es una prestación para la ciudadanía equivalente a una montaña de oro. Este oasis en mitad de los edificios es tomado por ancianos que disfrutan viendo el bullicio infantil de cerca; por los infantes que destapan toda su libertad y energía al ritmo de voces y merienda; y por las lánguidas charlas de los adolescentes subidos en las cestas y columpios al final de la tarde-noche. Una techumbre que permita la luz y cubra los bancos (por cierto, sería estupendo que fueran más largos de los que usualmente se colocan) incrementaría el uso de estos necesarios y sagrados espacios.
La petición del pueblo está expuesta, ahora solo queda la voluntad de los que gobiernan.
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