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Sanidad pública, réplica a la licenciada Isabel González

30 de Agosto del 2010 - María Aurora García Fernandez (Oviedo)

Señora Isabel, mi carta iba dirigida a la máxima autoridad, interpretando que solo él puede acabar con el deterioro de nuestra sanidad pública. No estoy pidiendo a gritos ayuda, solo soy crítica con una situación que interpreto exigiblemente mejorable, para bien de todos. Quien acude a un hospital con el drama de la enfermedad, no puede sentirse estar invadiendo un recinto privado, se dan situaciones incomprensibles porque muchos trabajadores sanitarios se creen los dueños de la estancia, marcando normas no escritas que salen de su malhumor y poca educación, cuando en un hospital el ambiente tuviera que estar invadido por la naturalidad, sensibilidad y la profesionalidad.

La falta de profesionalidad está a la vista de todos, listas de espera injustificables para todo: consultas, pruebas, análisis, etc. diagnósticos, tratamientos y operaciones que se alargan en el tiempo más allá de lo esperado para quien tiene la enfermedad ¿en cuántos casos, ese tiempo resulta vital para una solución deseable? Si repara un poquito vería que solo recurro a las palabras de entrada del consejero señor Quiros, cuando dijo aquello de que todos los empleados de nuestra sanidad tenían que llegar al trabajo cagados, meados y con el periódico leído. Para reforzar más mi argumento este señor es médico, por lo tanto cuando dijo lo que dijo, denunciaba algo que rebasaba de esos 20 minutos sindicales.

Le agradezco sus modos y maneras de replicarme, pero me perdonará decirle que sus silogismos encajan a la perfección dentro de ese corporativismo que no admite critica y denuncia. Pone ejemplos que me facilitan seguir manteniéndome en mis evaluaciones a los licenciados en medicina, se llegan a creer los Dioses de la supervivencia ajena, por disponer de los ciudadanos en esos momentos tan críticos, donde desaparecen de la persona las posibilidades de revelarse o denunciar solo piden ayuda sin decir, tanto y cuanto que cualquiera que ingrese con una enfermedad o cualquiera de sus familiares, así debiera ser interpretado por los empleados públicos. Luego plantea premisas fuera de lugar, a la hora de replicarme: Lo de los inmigrantes que tiene que atender, ¿me lo explica mejor? Lo de los sufridos sanitarios hágalo también por favor. Tal parece que sufren ustedes en demasía atendiendo enfermos, inmigrantes y familiares. Todos los trabajos tienen una carga de entrega, peligrosidad y muchos trabajadores se les hinchan algo más que los tobillos en su tarea diaria, también diría que dejan muchas horas de no estar con su familia.

No dudo Sra. Isabel, es más creo que es de las que deja los problemas fuera, a la hora de entregarse diariamente a tan hermosa y digna profesión, pero no sin antes decirle que para nada espere medallas; es su obligación en dedicarse por entero a la tarea que ha elegido voluntariamente, quien no esté dispuesto a tener por lema: amabilidad, humanidad, respeto y dedicación a enfermos y familiares, tiene que buscar otro trabajo de esos que quizás le harían bajarse de la burra, al ver que cada trabajo tiene sus cargas de responsabilidades y que afrontan situaciones tan peliagudas como las que usted alude solamente a los sanitarios. Como decía en mi anterior escrito, se enfadarán un poquito los que como usted cumplen su cometido, pero no debieran hacerlo, porque seguirían protegiendo a todos aquellos que no merecen estar acompañándoles en tan digna tarea. Sigue molestándome mucho su recalco en los inmigrantes, como haciéndoles culpables de que la sanidad no funcione correctamente al tener estos por inquilinos. Nada que decir de su preparación en los cursos de Asertividad, pero sí de muchos profesionales que les haría falta reciclarse en esa materia.

Hay algo donde podríamos hasta coincidir si no fuera por su falsa modestia, se toma el atrevimiento de no disponerme de elementos comparativos entre nuestra sanidad y alguna otra. Podría decirle que sí conozco alguna más, pero no es el tema de debate. Quizás para zanjar esta cuestión puedo decirle que jamás lo más malo justifica lo peor. España tiene un sistema por el que otros países no apostaron. La inversión estatal y los impuestos a cada ciudadano representa un gasto enorme y un esfuerzo de todos, para que todo funcione, no mejor que en Francia, sino como debiera de funcionar aquí, que hace de nuestra sanidad descender año a año en atención y diligencia.

La cuestión no es si ustedes se creen que hacen todo correcto, es que los enfermos y familiares observan defectos de forma y de fondo, que nadie pone remedio, como el que los buenos profesionales se vayan a la sanidad privada, después de haberse preparado en nuestra sanidad, y que otros compaginen ambos trabajos, donde cualquiera puede apreciar que, o una de dos, se les exige poco en la sanidad pública, o le contradicen a usted Sra. Isabel claramente en el tema de exceso de enfermos por los inmigrantes, ya que entonces estarían dejando listas en espera para atender sus clientes de pago. Lo ideal es que tuvieran dedicación exclusiva, que fueran remunerados dignamente, para evitar sus tentaciones de acumular otras remuneraciones difíciles de obviar en estos tiempos de generalizado materialismo y ostentación. Pero de estar en Ley, que no usen nuestros hospitales como un añadido de su consulta privada, donde con la colaboración desde dentro de nuestra sanidad, cuelan a quienes les dan unos euros a cambio de gran amabilidad, atención, urgencia y diligencia, que guarda una diferencia sustancial con la de su consulta pública y gratuita. Dígame Sra. Isabel, ¿esto no deteriora nuestra sanidad? al dejar que nuestros profesionales usen medios y personal público, para promocionar la sanidad de pago.

Es fácil recurrir a pediatría, porque la enfermedad de un niño es la más dolorosa, pero la enfermedad de nuestros mayores o medianos, también tiene que ser considerada y atendida en forma y manera que nadie se sienta culpable por estar enfermo o tener un familiar enfermo, sentir que molesta en exceso a los profesionales sanitarios por necesitarlos en esos momentos de tremenda debilidad física y mental.

Un saludo Sr. Isabel, agradecerle su intención de ayudarme, espero que interpreten que mis quejas no son simples pataletas, solo hago uso de esta hoja de reclamaciones, donde otros puedan discrepar o acompañarme en mis denuncias al viento.

Me recuerdan mucho los profesionales de nuestra sanidad a los controladores aéreos, a los controladores les salió un ministro con un par de narices y un compañero que cansado de que se rieran de los ciudadanos, les desenmascaró: lo que era un trabajo excesivo, resultó menos - sobre las muchas horas extraordinarias que hacían peligrar su salud, resultó que se peleaban por ellas - también manejaban todos los tiempos relacionados con personal, sistemas y remuneraciones, haciendo coincidir todo con que solo ellos podían hacer ese esfuerzo profesional.

Tef. 985985761

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