Dimitieron al Canciller del Perú
La guerra de los ultras en Perú ya se cargó al flamante ministro de Exteriores.
La excusa esta vez: declaraciones de Béjar (de 80 años, catedrático de Sociología en la Pontificia) en el pasado sobre responsabilidades de la Marina en actos de terrorismo (que la historia ratifica). Pero si esa excusa no bastara tenían otras. Particularmente su discurso de toma de posesión en el Bicentenario, en el que esboza los compromisos internacionales del nuevo Gobierno que asumió el 28 de julio.
La Marina “ha intervenido”, directamente. Los anuncios de golpe de Estado se van cumplimentando. Ahora van a por el primer ministro, al que también acusarán de dichos anteriores a su postulación en el Gobierno. Y si no, tienen otras excusas preparadas o inventadas. El caso es acabar con el presidente Castillo y su capacidad de gobernar de otra manera. Y luego tratarán de destituir directamente al profe Presidente.
El guion estaba anunciado. Pero la gente peruana de todas las sangres… también.
En el Congreso, pese a tener la primera minoría, diputadas y diputados de Perú Libre han sido excluidos de las comisiones y centros de decisión importantes, y se han iniciado diferentes iniciativas contra el poder ejecutivo, comisiones investigadoras en su contra, impedimento a renovación del Tribunal Constitucional, e interpelación contra ministros, gracias a que distintos partidos se han confabulado con los fujimoristas.
Al tiempo, la derecha niega legitimidad al Gobierno y ha lanzado también campaña y recogida de firmas para que no se pueda convocar asamblea constituyente. Es decir, para mantener sin tocar la constitución que impuso Fujimori, y que el presidente Castillo se comprometió a sustituir, como punto clave de su discurso del 28 de julio.
La campaña fujimorista incluye acciones de calles, que, aunque son minoritarias, cuentan con una gran propagación en los medios comerciales, que todos-todos quieren cargarse a Castillo, al que no han dado ni un día de tregua antes y después de su toma de posesión.
El escenario es complejo. “Los de abajo”, la gran población pobre que apoya a Pedro Castillo, no tiene similares facilidades ni el ritmo tan rápido para movilizarse contra la aberrante intencionalidad golpista: sin embargo, no se fíen: fueron ellas y ellos los que impidieron que les robaran los votos, y los que posibilitaron que, tras tantas semanas de retraso e incertidumbre, hubiera “otro” Presidente diferente en el Perú.
Un grupo de altos mandos militares retirados ha presentado ante la Justicia un hábeas corpus para que se ordene al presidente Pedro Castillo que se abstenga de designar en cargos de influencia sobre sectores como la Policía y las Fuerzas Armadas a personas investigadas por “vínculos con el terrorismo”.
Esos supuestos vínculos en Perú pueden ser cualesquiera: frases en debates públicos sin la suficiente fuerza de “condena”, o meras suposiciones amañadas y repetidas en la prensa corporativa.
No se olvide que es precisamente la Marina la que custodia a Vladimiro Montesinos (personaje novelesco pero trágicamente real), que fuera jefe de inteligencia durante el fujimorismo y que está condenado a penas máximas de cárcel: y, sin embargo, durante la campaña electoral se le pudo comprobar cómo daba orientaciones, disponía de diversos teléfonos y contribuía a la estrategia golpista desde la “máxima seguridad” de su prisión militar.
La extrema derecha y la derecha tienen “su” iniciativa en la agenda política peruana, pero el pobrerío cuenta con el Gobierno durante medio mes.
Es poco, es casi nada, pero es esperanzador para los cambios, de a poquito, a que siguen aspirando muchos millones de personas excluidas en el Perú de todas las sangres.
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