¿Volver la vista hacia Dios?
Según las estadísticas, a los españoles les preocupan en primer lugar los problemas económicos 40%, el desempleo 37%, y a continuación la Covid 35%, y el comportamiento de los políticos 17%. Ya por debajo: la crisis de valores 2,6%. El terrorismo 2,0%. Y pese a la constante información de los medios, los problemas relacionados con la mujer o los refugiados, el 0,0%. Probablemente este resultado no se distancia mucho del mundo mundial.
Está claro que se trata de un sentir materialista. Para ser materialista no hace falta ser rico, basta con que nuestros intereses prioritarios estén en el plano material. Parece que Jesucristo no tiene hoy eco ni siquiera en la sociedad occidental. Él dijo: “El reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en el campo, que un hombre halló y escondió; y por el gozo que tiene, va y vende cuantas cosas tiene, y compra aquel campo. Otra vez: el reino de los cielos es semejante a un comerciante viajero que buscaba perlas excelentes. Al hallar una perla de gran valor, se fue y prontamente vendió todas las cosas que tenía, y la compró” (Mat. 13:44-46).
En cada caso, el hombre reconoció el valor de lo que había hallado y estuvo dispuesto a hacer enormes sacrificios para no perderlo. Halló el valor de la verdad, de lo espiritual –no es la carne lo más importante de nuestro ser–, por lo que lo mejor que nos podría pasar según Jesús es que nuestros intereses estuvieran al revés en esa encuesta. Sin embargo, todo parece indicar que va a seguir aumentando el interés por lo material mientras que seguirá decayendo el interés por el prójimo y sus desgracias. De todos modos, según el Evangelio (buenas noticias), el Reino o gobierno de Dios va a venir para que por fin se haga la voluntad de él en su creación, antes de que el hombre destruya la habitabilidad del planeta o consuma sus ambiciones con la desintegración de toda seguridad y humanismo.
La supervivencia va a depender de lo valiosos que podamos ser como colaboradores de una justicia superior, la justicia que destila el universo donde cada elemento tiene su órbita. Ya es hora de que el ser humano vuelva a su propia órbita antes de que se autodestruya entre calentamiento global, contaminación, armas químicas de destrucción masiva, o... un tercer enfrentamiento entre los dos bloques, algo que ya se asoma tras la crisis de Afganistán. Algo que desde luego Dios no va a permitir porque tiene un plan de rescate: “Venga a nosotros tu reino y hágase tu voluntad en la tierra” (Mateo 6:9,10).
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