Autoritaria no elección
La “no elección” ocurre cuando no estando prohibida se impide elegir una opción a la que antes sí se podía optar. La “no elección” ha sido siempre cosa del poder, pues un buen gobierno siempre contemporiza. Todo comienza con el “no cojas, no toques, no hagas..., o serás castigado”, pero en la mala gobernanza la “no elección” es: no te permito elegir lo que no es de mi gusto aunque la ley lo permita. ¿Quién decide lo que no se puede elegir bajo la ley?: la ciencia, la emoción, el grupo colaborador que me permite gobernar... En este mundo de “la Máquina” donde todo se automatiza para exigirte elegir, en realidad todo es una absoluta “no elección” que te impide elegir el servicio persona a persona, el diálogo y el trato personal dejando abandonada tal tradición. En otros lugares del mundo la “no elección” impide soñar y migran en busca de poder elegir. También una tradición desmedida puede provocar grandes migraciones a causa de la “no elección”. Rabia, rabia y furia contra la agonía de la libertad para poder elegir. ¿Qué puede simbolizar tal rebeldía? Hay animales totémicos símbolo del drama del pueblo y de los pueblos. Una raza seleccionada a través de generaciones para enfrentarse a la suerte del engaño. Si no muestra bravura, su destino será el matadero, pero si muestra bravura y rebeldía frente al engaño tendrá la posibilidad de matar o morir en el intento, o incluso de ser indultado. Solo le queda la “no elección” de mostrar su bravura si quiere salvar su estirpe y raza. Pues, sin esa bravura demostrada en la arena, su raza se extinguiría. La plaza es el último coso que enfrenta gladiador y bestia: aunque no haya pulgares, sino pañuelos. Es una “no elección” absoluta el tener que morir por salvar la raza y la estirpe. Pero su cría en libertad no sería rentable. Lo rentable para alimentar de carne a las masas es el hacinamiento de miles de animales en criaderos brutales donde son criados con modos sanitariamente automatizados en una masiva “no elección”. Cuando el destino nos alcance, toda bravura o rebeldía ya no tendrá ningún sentido: estaremos en el mundo de la “no elección”: diseñado y construido para alimentar la vida de los que en posición privilegiada puedan elegir y decidir sin miedo a las cornadas de la rebeldía.
En el arte del amor (llegó a decir Erich Fromm) siempre hay alternancia de dosis de sadismo y masoquismo por ambas partes. Dicen que la democracia es poder elegir: es aceptar la elección de la mayoría y que esta tenga claro que su verdad no es única, ni universal, ni eterna. Pero pasada la elección, todo es ordeno y mando en plaza, metiéndonos en la “no elección”. Creen tener la verdad de los dioses de su lado y niegan ex profeso todo aquello que no provenga de esa su divina verdad: única, universal y eterna. Será verdad su verdad incuestionable, pero no se puede imponer la “no elección” como norma, negando la posibilidad de poder elegir, por muchas razones que se tengan.
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